Las funciones que cumple la ansiedad

La ansiedad, como ya hemos comentado, cumple la función de activar los sistemas de alerta y de defensa en los individuos.

Este sistema de alerta se acciona en situaciones percibidas como amenazantes, es decir, en circunstancias en qué tenemos algo que ganar o que perder.

La ansiedad activa al organismo frente a situaciones que la persona vive como peligrosas, ya sean reales o no.

Estas respuestas, funcionan como un mecanismo interno que nos permite defender nuestros intereses delante de estímulos adversos.

Una respuesta de alerta nos ayuda a reaccionar


 

Una respuesta de ansiedad nos dispone para:

  • Huir de la amenaza (por ejemplo, alejarse en caso de fuego).
  • Evitar situaciones temidas (por ejemplo, no pasear por un lugar peligroso que nos produce temor).
  • Luchar contra el problema (por ejemplo, aprender técnicas de relajación para hablar en público).
  • Buscar protección (por ejemplo, demandar ayuda en caso de un atropello).
  • Desarrollar instrumentos para hacerle frente (por ejemplo, practicar meditación para equilibrar la ansiedad en un conflicto personal).

 

El tipo de respuesta que un sujeto manifiesta depende de sus características particulares y de sus circunstancias personales.

La manera en que un sujeto percibe la amenaza influye en el tipo de reacción.

Los pensamientos negativos que experimenta la persona marcan la línea entre la reacción sana o la evolución hacia una patología.

 

Frente a un accidente de tráfico por ejemplo, es lógico sentir signos de ansiedad en los días posteriores y que vayan desapareciendo gradualmente. Pero también, nos podríamos encontrar con individuos, que a raíz del accidente desarrollen un miedo extremo a volver a conducir por el temor a que se repita la misma situación. El mismo factor externo, un accidente, puede ser vivido de forma distinta en cada persona y evolucionar hacia un trastorno de ansiedad o no.

 

Ante una demanda es necesario movilizar un cierto estado de alerta que nos permita una activación psicológica y física, para poder reaccionar con capacidad de anticipación.

La anticipación es necesaria para poder prepararnos con tiempo, y nos ayuda a equilibrar los signos de alerta de forma natural. 

Si los pensamientos de anticipación se convierten en negativos dejan de ser una ayuda y se transforman en un desencadenante que provoca un aumento de la sintomatología ansiosa.

Roser González

Licenciada en Psicología. Terapeuta Clínica. Master en intervención social y comunitaria.

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