Estrés y ansiedad

El entorno que nos rodea (el trabajo, la familia, la sociedad, etc.) puede provocar un cierto estado de inquietud en la vida diaria.

Dentro de la normalidad, forma parte de la evolución personal para encontrar un equilibrio adecuado.

Si estas demandas ambientales son elevadas, el sujeto moviliza unos recursos adaptativos para compensarlas.

El problema con el estrés, se desarrolla cuando el peso para sobrellevar la situación es excesiva y los recursos para afrontarlo no obtienen resultados positivos.

El agente estresor o desencadenante, aparece en el estrés pero no es necesario que se encuentre en el origen de un trastorno por ansiedad.

Ejemplos habituales de agentes estresores pueden ser: el divorcio, los problemas de salud propios o familiares, las relaciones sociales conflictivas, los problemas con los hijos, las relaciones de pareja negativas, las dificultades económicas, el exceso de trabajo, etc. Todas estas situaciones pueden actuar como desencadenantes y crear etapas donde las personas se sientan especialmente más vulnerables y estresadas.

 

Si las demandas a las que debe responder una persona no se perciben en equilibrio con las respuestas que ofrece, puede surgir un trastorno ansioso. 

La ansiedad es una de las posibles manifestaciones del estrés al que un individuo se ve expuesto de forma continuada.

El exceso de estrés con el tiempo puede provocar un trastorno de ansiedad, pero siempre aparece asociado a otros aspectos personales.

 

El estrés puede provocar un trastorno de ansiedad

 

Es importante destacar que para padecer un trastorno de ansiedad no es necesario que exista un agente estresante real.

En la aparición de la ansiedad, las causas pueden ser diversas, pero la persona que está sometida a una situación estresante es más vulnerable a desarrollarla.

El estrés puede provocar ansiedad, pero no todos los sujetos que muestran ansiedad tienen en su origen una situación estresante.

En ocasiones, cuando un trastorno de ansiedad aparece vinculado a una situación de estrés, aunque éste desaparezca, la persona puede seguir mostrando sintomatología ansiosa.

Veamos un caso práctico:

Pablo desde hace meses está soportando un trabajo excesivo en su oficina. Sufre un ataque de angustia y acude al hospital. El especialista le diagnostica un trastorno de ansiedad con crisis de pánico. Le recomienda unas vacaciones o una baja médica para poder recuperarse, ya que refiere el estrés laboral como desencadenante de las crisis. Decide pasar un tiempo apartado del trabajo y seguir un tratamiento. Sin embargo Pablo, alejado del agente estresor sigue padeciendo ataques de ansiedad. En este caso concreto, el estrés laboral ha actuado como desencadenante, pero una vez ha desaparecido el agente estresor la sintomatología ansiosa sigue manteniéndose.

 

Los trastornos de ansiedad no son siempre producto del estrés, ya que en su origen y mantenimiento se implican múltiples factores.

Los desencadenantes estresores pueden estar en su inicio o empeorar el estado ansioso de un individuo, pero no necesariamente son la causa única para desarrollar un trastorno de ansiedad.

Roser González

Licenciada en Psicología. Terapeuta Clínica. Master en intervención social y comunitaria.

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