¿Cómo alcanza el hombre la virtud de la humildad?
Según Tomás de Aquino existen dos caminos diferentes por los que el ser humano puede alcanzar la virtud de la humildad: por un lado, a través del don de la gracia; y por otro lado, mediante el estudio. El estudio humano es fundamental ya que de esta forma, las personas logramos retener antes los asuntos externos y llegamos a conocer la raíz de las cosas.
Así afirma Tomás que “el conocimiento de la verdad se tiene antes que la humildad”. Es decir, la humildad tiene en su base el conocimiento de la verdad, hasta el punto que se afirma en el corpus tomista que "todo error proviene de la soberbia". Por otra parte, a través de la gracia lo más íntimo del hombre precede a lo más exterior y, como ya se ha indicado, la humildad se refiere a la elección más interior de la mente.
Existe una relación muy estrecha entre humildad y sabiduría. Tomás escribe que “la humildad y la sabiduría se encuentran en el hombre en tanto que la humildad dispone a la sabiduría”. Según esto, parece que la primera es la condición de posibilidad de la segunda. Sin embargo, como ambas cualidades no se encuentran en la misma parte del alma, sino que están organizadas jerárquicamente, hay que indagar cuál de ellas es superior. Para Tomás la humildad es inferior a la sabiduría en tanto que la una dispone a la otra.
En definitiva, “donde hay humildad hay sabiduría”, o lo que es lo mismo, en palabras de Tomás de Aquino “la sabiduría es el lugar de la humildad”. Por tanto, el hombre humilde posee los conocimientos necesarios para actuar rectamente y elegir la mejor opción entre diferentes alternativas. En definitiva, el conocimiento es un bien para el hombre hasta el punto que Báñez determina que el acto malo de la voluntad siempre se da con algún defecto en la comprensión.