Introducción: Los primeros pasos

Existen muchas y diversas aproximaciones a los temas que los autores y escuelas suelen agrupar bajo los nombres genéricos de desarrollo, crecimiento y superación personal.

Aquí partiremos de una concepción holística, lo más integral posible, que trate de abarcar las connotaciones globales -por expresarlo de alguna forma-, más comunes al hombre, sin importar su raza, credo, concepciones políticas, culturales y sociales, pero buscando algo así como un común denominador, que permita observar en sus miserias, angustias y esplendores, al ser humano, como pináculo de la creación.

El hombre ha sido concebido y creado para ser feliz, y su mandato vital, es éste.

Más que un cántico de alegría debería observarse un rostro sereno, imperturbable, un gozo profundo e inalterable, en los rostros de los hombres que deambulan sobre el planeta, desplegando su curiosidad insaciable, que lo transforma (al planeta), mediante el ejercicio de su inteligencia y laboriosidad, en un escenario más propicio, más amable, más prometedor, más abrigado, más seguro y delicioso, que cuando este, (el hombre) entró en escena "... nada de lo que se propongan les será esquivo"...

  • Este tiene, por mandato inicial, que, para ser un mundo feliz, se nos dieron unas premisas, profundas, hermosas y conducentes: "... creced, multiplicaos y henchid la tierra"... todo os lo doy, todo lo pongo bajo vuestros pies, domeñad la tierra, sometedla - no se dijo claro está: contaminadla, agotadla, destruidla, acaparadla, sobre explotadla-. Nuestros antepasados, las tribus ancestrales, sabían muy bien sobre éste legado y la obligación del hombre de conservar y mejorar ésta preciosa herencia para legarla a sus hijos, desarrollando nuevas y estupendas habilidades, con los descubrimientos e inventos que su ingenio les permitía ir plasmando: la interpretación adecuada: de los tiempos, los climas, las estaciones, las rutas migratorias de los animales que constituían la base de su sustento; el descubrimiento del fuego, la agricultura, la invención de la rueda, el lenguaje mismo, la confección de herramientas y prendas de calzar y vestir... duros trabajos, pero alegrías continuadas, incontables, como hoy...con cada nuevo amanecer y el disfrute de los numerosos y extraordinarios productos y servicios de la civilización... (ver carta del Jefe Seatle -1.855- al Presidente de los Estados Unidos -imprescindible-)
  • Partamos, pues, de éste mandato incrustado en los sueños, pensamientos e ilusiones de todo hombre, visible desde sus más tiernos años: ¡ser feliz!
  • Las dificultades empiezan a surgir cuando aventuramos una definición de la felicidad. Pero si no sabemos qué clase de felicidad anhelamos, cómo podremos alcanzarla, aproximándonos a ella con decisión, con método, con estudio, con trabajo coherente, continuado, inteligente, con determinada dirección y énfasis.  

 

Muchos soñamos con llegar a ser famosos, populares, influyentes, millonarios y con multitudes de seguidores.

Estos deseos podrían iluminar un gran objetivo que guíe nuestros planes de trabajo y acciones.

Una gran mayoría de personas está dispuesta a luchar y trabajar muy fuerte y de manera persistente, ordenada y secuencialmente, para alcanzar sus metas individuales (desarrollar una destreza, una habilidad; adquirir una serie de conocimientos, practicar un deporte ó graduarse de una carrera profesional ó técnica) o aún colectivas (logros sociales, comunitarios, de familia o de equipos).

Las instituciones educativas, centros de capacitación y entrenamiento, y las empresas en sus procesos de capacitación y entrenamiento, despliegan con "éxito", sus propuestas metodológicas y logran sacar a sus graduados y/o empleados, con un bagaje coherente y útil de conocimientos teóricos y algunas prácticas (cada vez más), que tienen significado para la vida laboral y la realización personal (justo este tema, tiene un alcance mucho más profundo y debe tratarse aparte, pero al tiempo, pues va ligado de forma íntima, con las emociones, los sentimientos, las aspiraciones, el sentido de logro, y podríamos decirlo, por qué no, con el alma misma del ser).

Hay pues un desarrollo social y colectivo a disposición de los individuos y las comunidades, impregnado de metodologías y pedagogías, muy valioso, que se despliega permanentemente y muestra su eficacia en el crecimiento y evolución de los pueblos y las personas, de manera sistemática, medible y que se va modificando, normalmente para bien, con los nuevos ciclos y la interacción dentro de las empresas, la competitividad, nacional e internacional, y las aspiraciones y propósitos sociales.

A esta dinámica, que admiro profundamente, habría, sin embargo, que hacerle algún tamizaje e incorporar algunas reflexiones sobre los resultados que se viene obteniendo, en el mediano y largo plazo, ya que ellos (los resultados), son en muchos casos y en aspectos fundamentales, no sólo un verdadero fiasco, sino terribles adefesios sociales, que ponen en riesgo incluso la viabilidad social de grupos, comunidades y naciones, lo cual evidencia que hay elementos, métodos, sistemas, desarrollos que están mal concebidos, mal relacionados, pésimamente coordinados y vamos, por tanto, de crisis en crisis, con grandes costos sociales y tremendo sufrimientos de los individuos. 

¿Cómo es ésto posible? Se desvela, que el desarrollo y crecimiento personal, es el resultado de interacciones muy complejas, que trascienden poderosamente los ámbitos locales y parroquiales, podríamos decir, y vamos obteniendo una diversidad de logros contradictorios y a veces, aberrantes, como las desigualdades entre los países, y en su interior, entre las comunidades, ciudades, regiones e individuos.

¿Cómo podemos categorizar el crecimiento y bienestar de personas y comunidades, como logros alcanzables y deseables, cuando a nuestro alrededor, hay hambre, desnutrición, discriminación, exclusión, violencia, despojo e ira profundas de parte y parte?

Pensemos de manera colateral, pero esencial, en las implicaciones del deterioro del medio ambiente y el "cruel" legado a nuestros hijos y nietos.

Desarrollos tecnológicos, científicos y sociales, de ensueño, casi milagrosos, esplendorosos, admirables, aparejados con la marginación, las hambrunas, la violencia, las pandemias y el avance incontenible de enfermedades, como el cáncer, la diabetes, el VIH, el estrés y los desequilibrios mentales, y el resurgimiento de otras al parecer ya superadas como la tuberculosis y las enfermedades respiratorias; con fenómenos sorprendentes como la obesidad, la hipernutrición y la desnutrición, y las adicciones a las drogas y el alcohol. 

Pero no ahondaremos más por estos caminos, sino que es un llamado para poder invocar luego en la metodología que se propondrá esquemas de amplio espectro y que permitan al individuo concebir sus procesos en ámbitos más globales, sacándole, de su reducido círculo de bienestar personal, que a la postre: no puede ser más que un egoísmo exacerbado y equivocado, pues todos tenemos una misión global y con relación al otro, que es insoslayable y que en caso de omitirse, no estaríamos hablando de desarrollo y menos de bienestar, porque éstos, no pueden alcanzarse a costo de otros o ignorándolos

Con estas pocas palabras vamos descubriendo que es imposible planificar nuestro crecimiento de manera sólo individual y en todo caso aislada del contexto y de la interacción con otros (el prójimo).

Empero, es imprescindible seguir adelante, y proponer esquemas de superación y crecimiento; no es propio del hombre y menos, de éste curso, tener una mentalidad, dolida, quejumbrosa, pesimista, que arruine, antes de empezar, los propósitos de esperanza, satisfacción y logro de metas, bondadosas, -eso sí-, maravillosas y contagiables, cual es el resultado que se deberá alcanzar de forma más armónica, porque ante todo, el ser humano, tiene en lo íntimo de su ser, plantada firmemente, una semilla de felicidad, y también, aún más, de esplendor y eternidad.

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