Recomendaciones útiles en la vida diaria en el trato con ancianos

  • Aceptar a la persona mayor tal como es, sin juicios ni críticas.
  • Actuar de forma serena y competente, dar un trato respetuoso, amable y humano.
  • Llamar al anciano por su nombre, con el tratamiento de "usted" y personalizando su asistencia en el mayor grado posible. El tuteo no es conveniente salvo si lo pide el enfermo.
  • No utilizar jergas infantiles al hablarles, es humillante y puede menoscabar la autoestima del anciano, ya comprometida por su incapacidad y dependencia. No dar muestras de excesiva confianza a una persona desconocida por el hecho de ser mayor y estar en situación de indefensión.
  • El profesional debe identificarse por su nombre y categoría, sobre todo ante pacientes con visión disminuida que dificulte el reconocimiento inmediato. Es bueno que el paciente sea atendido siempre por el mismo personal.
  • Respetar la individualidad de los ancianos, ya que no son todos iguales. Algunos tienen una gran agilidad y lucidez mental, un gran sentido del humor y una personalidad que lo hace único.
  • Estar disponible para escuchar, apoyar y aclarar. No se pide solucionar los problemas, si no facilitar que el paciente tome sus propias decisiones.
  • Se ha de dedicar tiempo y mostrar interés por las preocupaciones del paciente y su familia.
  • El anciano suele responder con calma intercalando pausas. La conversación debe estar libre de prisas y presiones, dejando tiempo suficiente para las respuestas. Una persona que habla despacio o que en algunos momentos esta confusa, no tiene por qué dar información incorrecta.
  • Contestar a las preguntas de manera sencilla, breve y lentamente. Demasiada información puede crear confusión.
  • Mantener el contacto visual y táctil con el paciente. Dirigirse directamente a él y no al acompañante.
  • No elevar la voz, a menos que el anciano tenga déficit auditivo. Hablar en todo bajo y reducir los estímulos ambientales.
  • Los pacientes inconscientes deben ser tratados como si estuviesen despiertos, es decir, llamándoles por su nombre y explicándoles los cuidados que se van a llevar a cabo, utilizando un tono de voz suave y tranquilizadora.
  • El paciente recién ingresado necesita una buena acogida y que se le proporcione la información necesaria sobre el medio físico que le rodea.
  • Respetar la intimidad con una retirada discreta en el momento oportuno.
  • Establecer un plan de cuidados diarios que se desarrollen de forma sistemática. Esto permite que el anciano conozca su horario de actividades y le proporcione seguridad.
  • Estimular al anciano para que intervenga en sus cuidados, dándole el tiempo necesario para que complete las actividades.
  • Mostrar optimismo e interés por su bienestar. La imaginación y el entusiasmo son contagiosos.

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