Estereotipos en torno a la vejez

Por lo general todos solemos valorar y respetar a las personas mayores que conocemos o apreciamos, sin embargo, la actitud desarrollada hacia otros ancianos desconocidos para nosotros puede ser distinta.

Muchas veces, hasta de manera inconsciente, se puede dar una marginación tanto de tipo estructural (como la imposición de edades obligatorias para jubilarse), o informal (considerar a las personas mayores como “no válidas”).

Debido a estos prejuicios por motivos de edad, se suelen crear estereotipos, los cuales llegan a representar a las personas mayores como “frágiles” o “inadecuadas”, incapacitadas para el trabajo, débiles de reacción, lentas… esto hace que la sociedad separe a las personas jóvenes y a los mayores, y que estos últimos se vean privados de participar plenamente en actividades sociales, políticas, económicas, culturales, etc…

Además de todo esto, el principal problema de los estereotipos es que nos impiden hacer frente a los problemas del envejecimiento de la población, ya que hacen que no encontremos las soluciones adecuadas a las necesidades de esta edad.

 

Estereotipos sociales más comunes

Sobre este tema se han realizado diversos estudios, pero el que más repercusión ha tenido en nuestro país hasta el momento es el que realizó Fernández–Ballesteros en 1992 a través de un cuestionario de estereotipos negativos.

Los resultados nos mostraron que existía una percepción negativa de la vejez en todos los grupos de edad, pero donde mayor se mostraba era en los jóvenes, sobre todo en los menores de 18 años.

 

Las creencias más frecuentes sobre la vejez son las siguientes:

1. Los ancianos son percibidos como enfermos y con una gran discapacidad funcional.

Este estereotipo se ha visto reforzado por el uso del término“fragilidad”, que se ha empleado de manera repetida en la literatura gerontológica y entra en conflicto con la evidencia de la autonomía personal y la buena salud presente en la mayoría de las personas mayores de 65 años, afirmada por diversos autores y varios informes realizados por el IMSERSO. La idea de la dependencia generalizada también choca con el hecho de que cada vez más ancianos deciden vivir solos y de manera autónoma e independiente para mantener su privacidad.

 

2. Los ancianos son percibidos como carentes de recursos sociales, lo que les hace estar solos y deprimidos.

Existe una imagen social de los ancianos como marginados sociales y faltos de amigos, lo que les hace estar aislados y encontrarse desesperanzados. Sin embargo, esto no parece coincidir con la situación real. Diferentes estudios demuestran que la mayoría de las personas de la tercera edad cuentan con apoyos afectivos y sociales como sus hijos, amigos y vecinos, y no se encuentran altas tasas de depresión. Pero no debemos pasar por alto el hecho de hacer una distinción entre las personas de edades muy avanzadas (más de 85 años) y las que son algo más jóvenes, ya que a medida que avanza la edad se produce un aumento de las discapacidades físicas y la muerte de la pareja, con lo que existe mayor riesgo de soledad.

 

3. Los ancianos son percibidos como personas con deterioro cognitivo y trastornos mentales.

Este estereotipo lleva a hacer que la noción de “senilidad” se vea como algo inevitable, y de nuevo, los hechos reales muestran algo contradictorio. En lo referido a la memoria, se afirma que los déficits son ligeros y suelen estar relacionados con aspectos como la motivación, la atención y las estrategias de procesamiento, y es un aspecto que se puede ir trabajando desde los inicios de la vejez para retrasar sus fallos de funcionamiento.

Si nos centramos en la inteligencia, en lo que se refiere a la inteligencia fluida (o habilidad para resolver nuevos problemas), sí es cierto que decae con la edad, pero la inteligencia cristalizada (habilidades del lenguaje y de aplicar conocimientos) permanece estable.

También se ha demostrado que los ancianos desarrollan habilidades que sustituyen a otras que han ido perdiendo, siendo esto positivo para la inteligencia práctica.

A estas edades aún existe potencial de aprendizaje, por lo que se demuestra que las personas mayores cuentan con recursos suficientes para mejorar sus habilidades.

Por otro lado, se pueden ver enormes diferencias interindividuales, lo que hace pensar que el patrón de envejecimiento de cada persona dependerá de la salud, la educación y los hábitos de vida.

No suelen perderse todas las habilidades a partir de una cierta edad, suele ser una pérdida progresiva, y sobre todo, de unas habilidades más que de otras (llegando muchas a permanecer intactas).

 

4. Los ancianos aparecen como psicológicamente rígidos e incapaces de adaptarse a los cambios.

Los datos apoyan la existencia de flexibilidad en la última etapa de la vida y de adecuados recursos de afrontamiento, lo que les hace manejar el estrés de forma efectiva.

En su mayoría presentan grandes recursos adaptativos para hacer frente a las demandas derivadas de problemas de salud y del gradual estrechamiento de perspectivas de futuro.

Contenidos que te pueden interesar
Este sitio usa cookies para personalizar el contenido y los anuncios, ofrecer funciones de redes sociales y analizar el tráfico. Ninguna cookie será instalada a menos que se desplace exprésamente más de 400px. Leer nuestra Política de Privacidad y Política de Cookies. Las acepto | No quiero aprender cursos gratis. Sácame