El síndrome del cuidador (VI). Propuestas para un programa para el cuidador

PROPUESTAS PARA UN PROGRAMA DE AYUDA AL CUIDADOR.

  • El primer paso para intentar ayudar a un cuidador sería, lógicamente,  intentar que reconozca que tiene un problema y, por tanto, necesita ayuda. Este reconocimiento conllevará una ayuda que no le hará perder tiempo sino ser más eficaz.
  • Solicitar información y formación adecuada sobre aspectos médicos: cual será la evolución presumible de la enfermedad, complicaciones a corto y largo plazo, qué medicación usar y qué conocimientos prácticos debemos tener para enfrentar los múltiples problemas que pueden ir surgiendo: nutrición, higiene, adaptación del hogar, movilizaciones del enfermo, necesidades de educación especiales ( por ejemplo, enfermo con Parkinson y demencia senil).
  • Siempre conviene planificar las actividades de la semana y del día. Establecer bien las prioridades y diferenciar lo que es urgente de lo que no lo es. Decidir con claridad que cosas podrá hacer el paciente y qué cosas se escaparan a sus posibilidades.
  • Promover la independencia del enfermo, por pequeña que esta sea. Lo que aún puede hacer el paciente, debe hacerlo él, aunque lo haga muy despacio o mal. Es necesario, por tanto, saber decir "no" cuando sea necesario; poner límite a las expectativas del enfermo, sin por ello sentirse culpable.
  • No tenemos que creernos imprescindibles. Es necesario delegar tareas en otros familiares y personal contratado.
  • Entender que el agotamiento es frecuente e incluso previsible en un cuidador. No tiene que asustarse ni desesperarse cuando aparezca. Son reacciones normales que precisan de ayuda, nada más. Cuando aparezca dicho agotamiento, no se debe ocultar por miedo a reconocer que "se está al límite de las fuerzas " ni tampoco hay porqué sentirse fracasado o tener sentimientos de culpa.
  • Marcarse objetivos realistas, que sean siempre a corto plazo y que se puedan realizar. Desechemos las expectativas irreales ("el enfermo se pondrá bien, es solo cuestión de tiempo..."). Como ya hemos dicho, hay que rechazar las ideas de omnipotencia sobre uno mismo ("yo solo puedo con todo esto...").
  • Expresar abiertamente las frustraciones, temores o resentimientos; se le considera un correcto escape emocional y es siempre beneficioso.
  • No temer acudir a un profesional (psiquiatra o psicólogo) y a grupos de autoayuda, que resultan muy eficaces.
  • Por tanto, en la medida de lo posible, apoyarse en cuidadores profesionales y, además, en ayudas domiciliarias, centros de día, residencias de forma temporal...
  • No debemos olvidarnos de nosotros mismos, no nos pongamos siempre en segundo lugar. Hacer autosacrificios totales carece de sentido y, a la larga, es malo para todo el mundo.
  • Cuidarnos: debemos alimentarnos correctamente, con una dieta variada y adecuada en cantidad. Es muy importante dormir un número adecuado de horas de sueño. Si se puede, tenemos que hacer ejercicio físico, porque se eliminan gran cantidad de toxinas corporales, nos relaja y descansa la mente.
  • Descansos: debemos tomarnos todos los días, al menos una hora diaria para "asuntos propios". Además hemos de permitirnos un descanso diario o semanal, fuera del entorno directo del enfermo.
  • Mantener el contacto con amigos y familiares; el aislamiento no es bueno para el cuidador ni, tampoco, para el paciente.
  • Mantenerse motivado a largo plazo, autoreforzarse por los éxitos y felicitarse a uno mismo por toda la gran cantidad de cosas buenas que se van haciendo. Esto también implica no fijarse solo en las cosas malas, deficiencias y fallos que se tengan.
  • Practicar técnicas de relajación y técnicas psicofísicas puede ayudar bastante (como el yoga o el mindfulness).

julio yañez gonzalez-irun

Medicina de familia.

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