Cuidados del enfermo en fase terminal (III). Desnutrición y deshidratación

E) DESHIDRATACIÓN Y DESNUTRICIÓN.

La deshidratación puede causar sed, sequedad de boca y cuadros de confusión (enfermo desorientado, adormilado, como "desconectado" y "apagado"). Los cuidadores suelen decir que "no parecen ellos mismos".

Estos pacientes tienen, con frecuencia, tensión baja, piel seca y mirada "turbia" y "seca". Es muy habitual que, además, estén estreñidos.

Las causas de la deshidratación pueden ser muchas; no solo es la ingesta escasa de líquidos. Muchos factores pueden originarla, por ejemplo la fiebre, la sudoración, el empleo de fármacos diuréticos ("seguril", "ameride", "hidroclorotiazida", "aldactone"...).

Lo más normal es que nos encontremos con un enfermo que bebe pocos líquidos y que, además, tiene algunos de los factores que hemos nombrado (por ejemplo, un paciente que bebe poco y que empieza a tener fiebre o al que su médico le manda un diurético porque está "hinchado").

Siempre es conveniente empezar a rehidratarlo por boca antes de empezar a usar otras técnicas más "agresivas " como los "sueros", la sonda nasogástrica o la administración de líquidos por sistemas tipo "palomilla" (vía subcutánea o "hipodermoclisis").

Si es absolutamente necesario poner líquidos en vena ("sueros") hay que evaluar primero el caso y hablarlo con los familiares; ellos han de dar su consentimiento tras haber sido informados de las ventajas e inconvenientes de esta situación. En primer lugar hay que tener en cuenta que la hidratación en vena suele exigir el ingreso en hospital.

La eficacia de las vías subcutánea e intravenosa es muy parecida pero la administración por vía subcutánea es normalmente más cómoda y tiene menos complicaciones que el ponerle líquidos en vena directamente.

El uso de "medidas extraordinarias" para mantener la hidratación y la nutrición del paciente cuando este deja de alimentarse e hidratarse por boca puede ser una de las decisiones más difíciles que han de tomar los médicos y los familiares del paciente. Estas llamadas "medidas extraordinarias" son la colocación de una sonda nasogástrica y la gastrostomía permanente percutánea (o sea, una sonda ("tubo") conectado al estómago, para alimentarle desde el exterior). 

Para este tipo de decisiones complicadas son para las que son muy útiles los documentos de voluntades anticipadas que prevén lo que pueda ocurrir en el futuro. Si no existieran se tendrá en cuenta el sistema de valores propio del paciente antes de tener una demencia senil avanzada, o sea, lo que pensaba el enfermo y lo que él hubiera escogido en esa situación.

Lógicamente, es necesario informar con detalle a los cuidadores y familiares antes de tomar una decisión tan importante.

Un estudio serio concluyó que la sonda nasogástrica y la gastrostomía no previenen la aparición de neumonía por aspiración, no mejoran la nutrición del enfermo, no disminuyen la aparición de escaras (úlceras por presión ), no reducen el número de infecciones, no mejoran la funcionalidad del paciente ni su confort ni alargan la supervivencia.

Además estas técnicas especiales tienen sus complicaciones propias: microaspiraciones de comida y bebida al pulmón y, por tanto, riesgo de neumonía por aspiración, alteraciones gastrointestinales y complicaciones en la zona en las que se colocan los "tubos".

Hoy se piensa que estas técnicas deberían reservarse para aquellas situaciones en que el enfermo no se encuentra demasiado desnutrido, no hay otras enfermedades graves asociadas a la demencia y si, además, tanto los profesionales como los familiares están de acuerdo.

julio yañez gonzalez-irun

Medicina de familia.

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