Epistemologías clásicas vs epistemologías nuevas

El sujeto como frontera: estructuralismo y post-estructuralismo

El siglo XX vió en su primera mitad la aparición de una forma sistemática y definitiva (heredera última y síntesis de dos siglos de racionalismo) de abordaje de la realidad en ciencias sociales: el estructuralismo. Esta forma de conocer, es decir un paradigma, concebía a todos los fenómenos como describibles en términos de niveles, a través de las nociones de función y sentido, logrando una cosmovisión objetiva y coherente de los objetos de estudio.

Esto se vió reflejado en la antropología estructural, la lingüística estructural, la teoría literaria formalista, la psicología estructural , la historia y la sociología. Haciendo foco en el objeto estudio, este paradigma se esforzó en lograr una descripción acabada de los fenómenos estudiados. Generalmente objetivista, generó en su propia elección su crítica natural: el sujeto estaba invisibilizado. Esa elección consciente se desprendía de una concepción inmanente de los fenómenos.

La segunda mitad del siglo XX vió nacer un cambio fundamental en el estructuralismo que daría un giro quizá inesperado o quizá necesario por su propio desarrollo: la reaparición del sujeto en el panorama. El estructuralismo había dejado de lado la cuestión contextual de los fenómenos así como el papel del sujeto en su existencia. EL post-estructuralismo estaba dispuesto a corregir este "error" para dar al estructuralismo una validez más contundente.

Este devenir epistemológico no se dió sin tener incidencia sobre los debates en el seno de la epistemología. Se configuraron a partir de esta posición dos grandes formas, prácticamente opuestas de entender el saber epistemológico: las epistemologías tradicionales o clásicas (amparadas en concepciones estructuralistas, formalistas, objetivistas) y otras epistemologías nuevas (que hacen énfasis en los actores involucrados en la producción de conocimiento, la relación contexto saber, entre otras).