Almacenamiento
Se trata del acopio de residuos que en casi todos los casos antecede al resto de operaciones del proceso de gestión. Según el lugar dónde almacenemos los desechos tendremos tres tipos de instalaciones:
1. En superficie: son las más comunes porque albergan normalmente residuos urbanos o asimilables a ellos por su naturaleza. Pueden ser desde simples acopios sobre ciertas superficies previamente impermeabilizadas, hasta contenedores cerrados y clasificados en el interior de un almacén.
2. A poca profundidad: se usan para residuos que por sus características supongan algún riesgo para las personas o el entorno, y pueden ser desde fosos (para almacenar residuos orgánicos como heces animales que producen malos olores o incluso enfermedades) hasta lagunas (para residuos radioactivos, por el efecto refrigerante del agua y su función como barrera frente a la radiación).
3. Profundas: Normalmente estos tipos de almacenes tienen carácter definitivo, aunque en ocasiones se denominen temporales (por motivos políticos), porque el hecho de que se encuentren situados a cientos de metros de profundidad dificulta mucho su carga y descarga periódica, y porque el confinamiento de los residuos en estos lugares puede durar décadas. Por este motivo, este tipo de instalaciones son consideradas más como depósitos que como almacenes.
Además, es muy importante tener en cuenta los siguientes aspectos a la hora de almacenar residuos:
a. Aislamiento: el nivel de hermetismo exigible para el almacenamiento de cada tipo de residuos, no es el mismo para todos los casos y las precauciones a adoptar vienen normalmente impuestas por la normativa vigente en cada Estado (un ejemplo claro son los residuos nucleares, cuyo confinamiento es técnicamente complejo y socialmente polémico).
b. Identificación: cada almacén de residuos debe estar convenientemente identificado, a objeto de que cualquiera pueda conocer su contenido. Además, si en el interior se acopian diferentes tipos de desechos, deberá acotarse y señalizarse cada zona, para evitar mezclas indeseables que dificulten el tratamiento posterior.
c. Accesibilidad: Hay que procurar que los almacenes de residuos faciliten al máximo su llenado y vaciado, instalando para ello desde rampas de acceso hasta sistemas automatizados de carga y descarga. Una accesibilidad adecuada, evitará accidentes que pueden traducirse en pérdidas de materiales y efectos nocivos sobre las personas y el medio ambiente.
d. Seguridad: Es necesario tener en cuenta que todo acopio de residuos puede entrañar riesgos para el entorno y la salud, por lo que habrá que prever mecanismos que, en la medida de lo posible, eviten o minimicen estos posibles impactos (sistemas de extinción de incendios, extractores de humos, teléfonos de emergencia, etc.). Dependiendo de la peligrosidad de los desechos almacenados serán exigibles medidas de control más severas.
Pero igualmente, no hay que perder se vista que lo que aquí se entiende por almacenamiento no es lo mismo que el depósito definitivo de los residuos para su eliminación (por ejemplo en un vertedero), sino que se trata de acopios intermedios cuyos límites temporales deben quedar definidos en base a las características de los desechos almacenados (peligrosidad, volumen, degradabilidad, etc.).
Por ese motivo, son muchas las disposiciones normativas que hacen referencia a los periodos máximos de permanencia de determinados residuos en almacenes temporales y obligan a sus poseedores a poner a disposición de un gestor final esos desechos cuando se alcanza el tiempo máximo permitido por la ley. Por ejemplo la Ley 22/2011, de residuos y suelos contaminados, dispone que “la duración del almacenamiento de los residuos no peligrosos en el lugar de producción será inferior a dos años cuando se destinen a valorización y a un año cuando se destinen a eliminación. En el caso de los residuos peligrosos, en ambos supuestos, la duración máxima será de seis meses”, obligando al productor a dar una gestión adecuada a sus desechos antes de que se cumplan los plazos estipulados.
Pero no es posible agotar estos límites temporales superiores si el lugar de almacenamiento se ha llenado con anterioridad al fin del plazo previsto. Esto puede provocar situaciones indeseables como:
- La invasión de los residuos de zonas no destinadas al almacenamiento de desechos, pudiendo incluso mezclarse con productos en venta, lo que puede tener una doble consecuencia: hacer llegar al cliente productos agotados (hecho que si sucede sería nefasto para el negocio) y/o tirar a la basura productos aún sin usar por haber sido confundidos con residuos (igualmente desastroso).
- La ocupación de zonas reservadas a determinados tipos de residuos por otros de diferente naturaleza puede terminar en mezclas indeseables, aumentando los riesgos (de explosión, de incendio, de contaminación…).
- La falta de espacio suficiente en el local o nave donde se desarrolle la actividad, pudiendo llegar a convertirse en un vertedero incontrolado.
- Las sanciones por parte de la administración pública si se infringe alguna norma al respecto.
- Etc.