Reflexión final de este curso
Tal y como lo afirmara Pablo de Tarso (San Pablo); los seres humanos estamos constituidos por:
- CUERPO
- ALMA Y
- ESPÍRITU.
- El Cuerpo es sólo una envoltura contenedora y temporal de la parte bológica y que nos hace visibles y reales ante los demás humanos y ante nosotros mismos. Debemos de cuidarlo, bien alimentarlo, limpiarlo, respetarlo, hacerlo trabajar y darle descanso.
Sin embargo no le debemos permitir que haga su voluntad y que se convierta en nuestro amo, porque amolados (molestar o fastidiar con insistencia) estamos. Nuestro cuerpo es un ser egoísta, hedonista, holgazán, mentiroso, interesado, cruel, concupiscente. Está más interesado en el «tener» que en el «ser».
- El Alma «sustancia espiritual e inmortal de los seres humanos».
El alma es individual y privativa de cada ser humano; y según la Teosofía, es inmortal e imperecedera.
El alma es la esencia de lo que realmente somos, de lo que pensamos, de lo que sentimos, de lo que hablamos y de lo que hacemos.
Largo es el camino para ir limando las duras aristas de la ignorancia y del egoísmo. Sin embargo, tarde o temprano cada alma, por «silvestre» que esté, se levantará evolucionada para formar parte del todo.
- El Espíritu es la mejor parte con que cuenta cada humano; es lo que lo distingue de minerales, vegetales y animales.
Es la parte divina que DIOS nos ha dado y que nos puede convertir, si trabajamos en ello, en dignos hijos de ÉL a su imagen y semejanza. En gotas límpidas y puras del gran océano del universo.
Tal vez con este capítulo usted se pregunte ¿a qué viene esta reflexión si nada tiene que hacer con la mercadotecnia?
- Yo le contesto: «Lo que es de la carne y del mundo, de la materia es; y lo que es del espíritu, de DIOS es».
Colofón de este Capítulo: ¿Qué no sabéis que sois templos del espíritu de Dios? Pablo de Tarso