¿Qué son los estereotipos sexistas?
En la sociedad hetero-patriarcal**(y androcéntrica) en la que vivimos, las creencias están basadas en la separación de la humanidad en dos categorías a través del binomio hombre/mujer, en la que el primero ha ocupado históricamente un lugar de poder produciéndose una discriminación política y social sobre la segunda categoría (mujer).
Los estereotipos implican en este contexto, que se otorguen características generales a todas las mujeres y los hombres sin distinción por el mero hecho de tener uno u otro sexo. Los estereotipos, además, imponen una diferenciación muy marcada (y enfrentada) de estas dos categorías, natularizando la idea de que existen dos únicas formas de ser y vivir diferentes ante la gran multiplicidad de identidades posibles.
Esto además -como decimos-, va acompañado de un esencialismo inicial en nuestras creencias previas. ¿Qué significa esto? Que damos por hecho que nuestras creencias están basadas en una realidad dada por la naturaleza misma y que, por tanto, no pueden modificarse.
Sin embargo, detrás de los estereotipos que giran en torno a la idea “mujer(versus)hombre”, se esconde una construcción social e histórica determinada. Las construcciones históricas, a pesar de ser resistentes a los cambios, sí se modifican con el tiempo. Por ejemplo, el concepto de mujer no era igual en el Siglo XV que en la actualidad. Como decía la filósofa Simone de Beauvoir, “la mujer no nace, sino que llega a serlo” (Beauvoir, 2008).
A grandes rasgos, los estereotipos sexistas o de género o el llamado “sexismo” es “el resultado de los procesos de categorización, donde se identifican dos grupos sociales, de hombres y mujeres, con una atribución estereotipada de sus características” (García & Leva, 2008, p.21). Asimismo, “el sexismo propicia actitudes sociales más positivas o negativas, hacia uno u otro grupo social, evaluando de forma más favorable las características atribuidas a los hombres respecto de las atribuidas a las mujeres” (García & Leva, 2008, p.21).
Estos estereotipos refuerzan unos roles de género determinados y unas acciones y unos lugares que se consideran “propios” de los hombres y las mujeres. Así, los roles de géneros son las actitudes, comportamientos, obligaciones y privilegios que una sociedad determinada asigna a cada sexo; por lo que también delimita lo que se espera de cada cual.
**“Según el análisis lésbico-feminista, dicho sistema heterosexual descansa sobre la estricta división de la humanidad en dos sexos que sirven de base para construir dos géneros rigurosamente opuestos y forzados a mantener relaciones desiguales de “complementariedad” (justificación de una división sexual del trabajo rígida” (Falquet, 2006, p. 22).