Resumiendo..
Una vez que hemos llegado a este punto, nos parece importante hacer un breve resumen de lo visto hasta ahora para poder seguir avanzando en el curso sin problemas. Allá vamos…
En la década de 1970, este hecho del que hemos hablado en el tema anterior, sale a la palestra con los planteamientos de la semiótica y el estructuralismo con reflexiones como las de Roland Barthes, Umberto Eco o Teresa de Lauretis.
De entre sus planteamientos, una de las conclusiones fue que “la categoría «mujer» no puede considerarse evidente por sí misma ni universal, sino que cada sistema de representación […] y cada discurso producido por éste, entiende por «mujer» una realidad más o menos diferente” (VV.AA., 2003, p. 141). Así, las diferentes prácticas discursivas más que representar, están construyendo diferentes realidades.
Aunque esto pueda parecernos incluso anecdótico, lo cierto es que cambia de manera radical la manera en que estamos en el mundo ya que, al representar un estereotipo concreto (para un anuncio, una revista, etc.) no estaríamos reproduciendo una realidad externa sino que la estaríamos creando. Por tanto, la responsabilidad que se tendría que exigir a la persona o personas que representan de una determinada forma tal estereotipo son muchas, ya que serían responsables de la creación de una realidad concreta. Podríamos incluso defender que se estaría haciendo "apología de..." o fomentando algo en concreto.
Un ejemplo muy claro lo vemos en la publicidad. Cuando un producto nuevo aparece, podemos ver en un anuncio a mucha gente disfrutando de ese producto. Sin embargo, ese producto acaba de ser lanzado por lo que la imagen no es real; más bien pretende fomentar con esa creación que la gente siga ese comportamiento para que compren el producto. Sin embargo, percibimos que si probamos ese producto nos va a gustar como nos muestra la gente del anuncio. Los anuncios promocionan y crean realidades concretas para fomentarlas en la vida real.
Pongamos otro ejemplo. Supongamos que soy responsable de una campaña para anunciar un nuevo detergente y decido, para ella, acudir al estereotipo (ya trillado) de la ama de casa convencional cuya preocupación única es mantener un pantalón limpio (no decimos que esto sea así, decimos que es lo que se suele representar en la publicidad de productos de limpieza). Imaginemos que un grupo de personas -hartas de este tipo de estereotipos sexistas- deciden presentar una denuncia contra mí (la publicista).
Si la ley se acogiera al hecho de que los estereotipos son mera reproducción de la realidad (de lo que hay fuera), poco tendríamos que hacer con nuestra denuncia ya que la publicista se ha limitado a reproducir lo que ya la realidad reproduce: la actividad diaria de las amas de casa.
Sin embargo -y veamos lo diferente que sería el cambio- si la ley se acogiera al planteamiento de que los estereotipos están creando la realidad y poniendo en funcionamiento una diferente cada vez- mi responsabilidad como publicista en el tema del sexismo sería grande ya que, con mi anuncio, estoy creando una realidad concreta referente a las mujeres amas de casa. Una realidad que circulará y será tomada de referencia por muchas personas. Por tanto, mi responsabilidad como creadora de contenidos sexistas y de realidades concretas, sería mucho mayor en la segunda teoría que en la primera. En este curso, partiremos de la segunda de las teorías que es la que mantendremos a lo largo del mismo.
CLAVES DEL TEMA: El punto de vista que adoptemos en lo que respecta a representaciones y estereotipos modifica, en mucho, las exigencias que podemos hacer a aquellas personas que reproducen determinados estereotipos. Si partimos del hecho de que éstos no son meros reproductores de la realidad sino que están contribuyendo a crear una realidad y un discursos concreto, las responsabilidades que se deben pedir a quienes lo crean son mayores que si creemos que éstos son meros reproductores de lo que ya hay fuera (eso que hemos llamado “realidad”).