El ajedrez y la psicología

Así como la mayoría de las ciencias y artes, el ajedrez se encuentra estrechamente vinculado con la psicología, ¿porqué?

Es un juego practicado por seres humanos, personas con emociones, intereses, anhelos, que en ocasiones somos un manojo de nervios, en ocasiones parecemos “kamikazes”, pero que cada uno tiene su propio estilo de juego, reflejo de nuestra personalidad, actitudes, etc.

Para ejemplo un botón. Se recordará usted del estadounidense Bobby Fischer, quién con su estilo de juego rompió paradigmas en el ajedrez mundial, y aún hoy causan emoción las partidas que disputó hasta su retiro, todo producto de su personalidad impredecible, la que dejó plasmada en el tablero de ajedrez.

Entonces, ¿podríamos nosotros aprovechar la psicología para obtener ventaja ante nuestros adversarios? Considero que sí. Veamos.

Pachman plantea que “cada jugador de ajedrez, ya sea un maestro eminente o un simple aficionado, imprime a sus partidas a sus partidas ciertos elementos de su personal estilo de juego. Su estilo no es sólo el conjunto de sus conocimientos ajedrecísticos y puntos de vista sobre el juego; es en parte suma la expresión de su carácter”.

Por las partidas que desarrolle un ajedrecista, podemos llegar a conocer parte de su personalidad y su carácter. En cada movimiento, en cada lance, se plasma nuestro estilo personal de ser.  Y también podemos hacerlo esto a la inversa. Conociendo bien a una persona, podemos determinar la forma de juego que adoptará dentro del tablero de ajedrez.

Además, existen factores externos que influyen en un jugador al momento de desarrollarse una partida de ajedrez. Qué decir de un ajedrecista que se encuentre con dificultades emocionales en su familia, esto influirá en su forma de juego; o cuando un ajedrecista necesita solamente el empate para obtener el primer lugar de un torneo, seguramente jugará de distinta forma a que si debiera ganar para lograr dicho primer lugar; nuestro estado de ánimo, condiciones de salud, etc.

Y. Seirawan agrega lo siguiente: se ha dicho con frecuencia que uno mismo es su peor enemigo. Este dicho se aplica muy bien a los ajedrecistas.

Podemos memorizar todas las aperturas, estudiar el medio juego, dominar miles de posiciones distintas y llegar a ser grandes expertos del final. Pero incluso con toda esta experiencia y abundancia de conocimientos, los factores psicológicos nos pueden afectar e inhibir nuestro juego. Dos de los grandes peligros mentales que se pueden padecer son el estrés y la falta de confianza.

Durante la partida de ajedrez, diversos factores pueden producir un alto nivel de estrés, por ejemplo la presión del tiempo, el hecho que exista un premio de por medio, o solamente por motivación personal, pero a medida que el estrés aumenta, repercute grandemente en el ajedrecista, quiénes en ocasiones llegan a cometer errores increíbles que en circunstancias normales nunca sucedería.

Para combatir el estrés, algunos jugadores utilizan técnicas de respiración y relajación, consumen dulces o chocolates, y también pueden hacer lo que realizaba Fischer, tomar jugo de naranja y manzana durante la partida.

Con respecto a la falta de confianza, veamos este caso. ¿Con qué actitud jugaría ante un Gran Maestro de ajedrez? ¿Pensaría que ya perdió? ¿Qué es sumamente fuerte su rival y que no merece seguir disputando la partida?

Y ahora veamos el otro punto de vista. ¿Cómo jugaría usted ante un rival conocido de menor fuerza? ¿Buscaría ganar a toda costa? Entonces, si observa amigo lector, lo que debe predominar siempre en toda partida de ajedrez es su actitud hacia con el rival y la partida misma.

Nunca se dé por vencido antes de iniciar la partida de ajedrez, aunque se esté enfrentando a Gary Kaspárov o a Magnus Carlsen. Utilice el pensamiento positivo. Siempre juegue a ganar. Si pierde, aprenda de sus errores y no los vuelva a cometer. Esto le ayudará en su progreso dentro del ajedrez.

Veamos una partida modelo al respecto.

A. Alekhine perdió su título de campeón del mundo en 1935 ante M. Euwe; un rival que se suponía era de fuerza inferior que el actual campeón del mundo.

La partida que a continuación analizaremos es la séptima del match. Hasta la partida seis, ambos jugadores tenían 3 puntos, y Alekhine se encontraba obligado a romper el equilibrio y demostrar su mayor nivel de juego. A partir de lo anterior, la partida inició y se desarrolló de la siguiente manera:

1. e4 e6 2. d4 d5 3. Cc3 Ab4 4. Cge2 dxe4 5. a3 Ae7 6. Cxe4 Cc6 7. g4!? (Ver diagrama 83)

 

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La jugada del hasta entonces campeón del mundo causó conmoción en su momento, y más en la cabeza de Euwe que no logró concretar la continuación correcta y terminó perdiendo la partida.

Esto ocurre en la práctica magistral. El adversario, ante lo inesperado o sorpresivo de una jugada, y con más razón si ésta es realizada por un jugador que inspira mucho respeto, casi siempre escoge el camino más prudente, lo que le lleva a la pérdida de la partida por no haber contestado de forma enérgica. La partida prosiguió:

7…b6 8. Ag2 Ab7 9. c3 Cf6 10. C4g3 O-O 11. g5 (Ver diagrama 84).

 

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Las negras jugaron débilmente y perdieron la partida en la jugada 40. Pero si M. Euwe no hubiera temido al movimiento de Alekhine 7.g4, y se hubiera jugado agresivamente, podría haber conseguido algo más que la derrota en la partida siguiendo 7…e5!; 8.d5, Cd4; 9.Cxd4, Dxd5, con ligera ventaja del negro, según el programa Rybka 3.0.

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