Vivir de los Mercados Financieros
Una cosa es vivir de los Mercados Financieros y otra es invertir en ellos para añadir un beneficio extra a nuestra economía familiar. En este caso, trataré lo primero y dejaré lo segundo para futuras entradas.
No os quepa la menor duda: vivir de los beneficios que nos proporciona la inversión en los Mercados Financieros es, cuanto menos, laborioso pero posible. Fijaros que estoy hablando de vivir como si de otro trabajo cualquiera se tratase y que hablo de beneficios, con lo cual, partimos de un capital. Recordar las dos entradas que publiqué en esta bitácora PRIMERO AHORRAR Y LUEGO INVERTIR. Entonces, partiendo de que trabajamos para vivir y no vivimos para trabajar, voy a comenzar con la idea de que con ser “mileurista” nos llega. Esto no quiere decir que seamos conformistas, podemos ser ambiciosos, aunque esto viene implícito con la persona.
Por estadística, sólo el 5 % de los inversores ganan dinero en los mercados de forma insistente. Sí, es muy pequeño el porcentaje pero nadie dice que dentro de ese 5 % no estemos nosotros. Hay que intentarlo pero con la obligación de conseguirlo. Si de esa estadística separamos a los jugadores de los inversores, el porcentaje de los que ganan dinero es inmensamente mayor. No tengo ese dato, pero estoy convencido de que sobrepase con bastante el 50 %. No pasa nada porque nuestra inversión, en un momento determinado, se encuentre en pérdidas, es más, contamos con ellas pues el riesgo y la inversión van unidos de la mano. El secreto, conocido por todos, está en cortar las pérdidas y dejar correr las ganancias. El jugador no actúa así, nosotros somos inversores y esa tiene que ser nuestra máxima. Actuando así, las ganancias siempre serán mayores que las pérdidas. Recuerda que cuando se pierde un 50 % en una inversión luego tenemos que ganar un 100 % para igualar la inversión inicial y esto, no hace falta que os lo diga, es muy difícil.
Como ya debéis suponer, para poder vivir de los Mercados Financieros se necesita un capital inicial. Debo de decir, que la mayoría de los profesionales que viven de la Bolsa gozan de un capital considerable. Algunos han empezado de cero; otros han tenido suerte en la vida; los que menos, han tenido una herencia que les ha ayudado y; otros, en fin, se han buscado la vida como han podido.
Imaginaros que un inversor comienza con 10.000 € de capital inicial. Necesita obtener mensualmente una rentabilidad de un 12 % para tener un beneficio de 1.200 € al mes. Y así, de forma recurrente durante los doce meses del año. Difícil tarea, no imposible. Si lo expresamos en forma de TAE es un 144 %. A todos nos gustaría obtener este tipo de beneficios pero, desgraciadamente, la inmensa mayoría nos conformamos con bastante menos y os aseguro que no es porque lo hagamos mal. Sin embargo, imaginaros ahora un segundo inversor que dispone de un capital inicial más amplio, por ejemplo 100.000 €. Este inversor, para ganar 1.200 € al mes sólo necesita obtener unos beneficios de un 1,2 % mensual que si lo anualizamos nos da un 14,4 %. Esto es más sencillo y probable. Veis que necesitamos de una capital inicial que, de momento, no aconsejo su obtención mediante crédito pues aquí podemos pisar terreno pantanoso. Para finalizar ya con el capital debo de recordar que, al ser casi lo más importante, ni qué decir tiene que tenemos que conservarlo y custodiarlo a toda costa, si perdemos el capital hemos perdido el trabajo y nuestros ahorros.
Otro de los pilares fundamentales es la formación, el conocimiento de lo que traemos entre manos. Cualquier profesión necesita de un aprendizaje inicial y luego ponerlo en práctica. Sabéis que nadie nace aprendido así que no hay más remedio que acudir a la escuela. Podéis encontrar información en Internet, hay multitud de libros que hablan de la materia bursátil y cada autor nos lo cuenta a su manera, pero creo que lo más útil y beneficioso es acudir a los cursos –bastante caros, por cierto- que se imparten por casi toda la geografía española. Os aseguro que lo que invirtáis en conocimiento será vuestra inversión más rentable. Del aprendizaje inicial, buscaremos un método que sea acorde con nuestra forma de pensar y de trabajar y lo pondremos en práctica: primero de forma virtual y luego, si funciona según nuestras expectativas, lo llevamos a la pura y cruda realidad. Métodos hay tantos como autores con lo cual, no tenéis más remedio que actuar a modo de prueba y error hasta que consigáis adaptar uno a vosotros. Método e inversor van de la mano. Tener plusvalías por casualidad sin la formación adecuada y experiencia oportuna, es suerte. Si miráis a vuestro alrededor: ¿quién no ha invertido en Bolsa alguna vez? Fríamente, muy pocos. Lo que han hecho es jugar como si de una “primitiva” se tratase y por desgracia no han perdido un euro, han perdido miles. De la Bolsa y el fútbol todo mundo entiende.
Una vez que hemos aprendido a operar en los Mercados Financieros debemos ser disciplinados: primero con nosotros mismos y luego con el Mercado. Este es implacable y poderoso y no nos permite ni el más mínimo fallo. Es capaz de desplumarnos al menor descuido. Sin lugar a dudas, el Mercado Bursátil es sabio, más que cualquiera de nosotros; nunca seremos más listos que él, con lo cual, no debemos adelantarnos a los acontecimientos pues es él el que manda aquí. Por nuestra parte, debemos de cumplir un horario que bien puede ser el horario de contratación: de 9 de la mañana a 5:30 de la tarde. Durante ese tiempo, aunque nos manejemos como peces en el agua, debemos seguir mejorando nuestro método, hay que seguir evolucionando al mismo ritmo que lo hace el resto y el propio Mercado. Al otro lado de nuestro terminal hay miles de inversores como nosotros que están deseando que perdamos porque así ganan ellos, debemos ser conscientes que cuando uno pierde, el otro gana. La ley de la oferta y la demanda es la que manda aquí. Los inversores necesitamos a los jugadores de Bolsa para ganar pues de ellos sacamos los beneficios.
La psicología, el autocontrol personal y emocional tiene que estar siempre presente, será nuestro Ángel de la Guarda. Aunque parezca mentira, es muy difícil de conseguir nuestro control total. Muchos han fracasado en el intento por no ser capaces de autocontrolar las emociones bursátiles. El riesgo forma parte de la inversión y debemos tener nervios de plomo y a prueba de bombas. Si una operación ha ido mal, que nos irá, la culpa no es del Mercado, es nuestra. Siempre es nuestra, algo hemos hecho mal. Por eso, y en esto más que en nada, hay que ser sumamente disciplinados con nosotros mismos.
El éxito lo tenéis asegurado. ¿Cómo? Recortando las pérdidas y dejando correr las ganancias. El control de pérdidas es esencial para nuestro beneficio y el inversor debe de estar en las pérdidas para luego estar en las ganancias.