Invertir en una Bolsa alcista

El que la Bolsa sea, en general, alcista, puede suscitar y suscita las mismas temeridades que cuando es bajista. La primera pregunta que le surge al bolsista es si cuando se decida a entrar será el último día de alzas consecutivas. Y esta pregunta tiene una simple respuesta y es que no se puede jugar a ser adivino ni se puede pensar que todo es fruto del azar. Hoy por hoy, nadie es capaz de pronosticar el final de una subida ni el fondo de una corrección pero usando técnicas adecuadas, fruto de una base sólida de formación, puede uno ir anticipándose a los acontecimientos bursátiles que van surgiendo en el futuro. Pero de estas técnicas no se puede esperar grandes garantías, por eso existen otras técnicas de protección del capital para que la propia Bolsa no nos despoje de nuestro bien más preciado para la inversión: el dinero.

El funcionamiento de las Bolsas no siguen unos patrones previamente establecidos, y sí al contrario: unos patrones se intentan adaptar a los acontecimientos bursátiles para ir arañando rentabilidades positivas a nuestra inversión. Recordemos que la Bolsa es muy sensible a acontecimientos políticos en cualquier lugar del mundo debido a la globalización, es sensible a la propia gestión de las empresas cotizadas, es sensible a la economía del país donde cotizan los valores y sensible a la economía de los grandes países que dominan el capital mundial, es sensible a las decisiones de los grandes mandatarios de los Bancos Centrales, en fin, es sensible a las decisiones gubernamentales. Y cuando digo sensible me refiero, de igual forma, a la alegría que a la más profunda de las penas de los inversores. Por todo lo anterior, los analistas no somos capaces de identificar y explicar el funcionamiento racional de los Mercados.

Un periodo prolongado de alzas no está exento de turbulencias. Se tendrá en cuenta que siempre hay correcciones. Estas pueden ser hasta beneficiosas pues eliminan los niveles de sobrecompra y, ya de paso, sirven para que otros inversores, que no acudieron a tiempo por los motivos que sean, puedan también disfrutar de la fiesta de la subida. En cualquier caso, lo de siempre, no se debe de invertir, por muy alcista que sea, los ahorros que se puedan necesitar en un futuro cercano.

La entrada en un valor cuando es alcista no siempre es garantía de victoria, también puede ser una mala inversión. Y con esto hay que contar siempre. Y tener previsto un plan de escape por el simple hecho de que nos hemos equivocado de valor. Reconocemos esta equivocación, que siempre es del inversor, y aquí no ha pasado nada. Y no ha pasado nada porque en nuestro planing de inversión teníamos un límite de pérdidas para que cuando llegue la cotización a ese precio se deshaga la posición y así disponer de nuevo de una parte muy alta del capital invertido para poder destinarlo a otra empresa cotizada.

Evitaremos las empresas muy volátiles (en la jerga del Bolsista, “chicharros”) pues un día nos pueden conceder una alegría desbordante y al siguiente un dolor de estómago difícil de superar con los mejores analgésicos. Recuerda: una subida de un 100% se contrarresta con una bajada de un 50%, y una bajada de un 50% se iguala con una subida de un 100%.

Invertir por impulsos es como invertir por intuición: pérdida por obligación. Siempre, detrás de una inversión, habrá un fundamento basado en un minucioso análisis tanto del Mercado en sí como del valor en cuestión. Pero claro, cuando la Bolsa es alcista, en general, son muy pocos los valores que no obedecen a esa subida y casi siempre se convierte en beneficiosa nuestra inversión y nos confunde pues nos creemos los mejores del Mercado poniéndonos una medalla sin merecerla. Al invertir en periodos bonancibles la alegría está casi asegurada. Y esto da lugar a inversores que usan préstamos para apalancarse y esto, amigos Bolsistas, es motivo de ruina en la mayoría de los casos porque o hemos entrado tarde o no sabremos salir a tiempo para devolver el préstamo.

Invertir con una tendencia marcadamente alcista no nos exime de lo de siempre: ir a favor de la tendencia; no adelantarse a los soportes ni las resistencias, llegarán cuando tengan que llegar; los stops irán por debajo de los soportes; romper una resistencia no es motivo de venta ni de pánico, es una buena señal que hay que aprovechar. Fijaros, más de lo mismo, por repetitivo que parezca.

La tendencia alcista finalizará cuando tenga que finalizar. El inversor doméstico o minorista, como siempre, poco o nada tiene que decidir sobre eso. La sensación de que los Mercados están manipulados se convierte en realidad cuando percibimos algunas actuaciones más que sospechosas. La información privilegiada, aunque prohibida por ley, existe de la misma forma que existen las manos fuertes y débiles: las primeras mueven el Mercado, las segundas ven como lo hacen las primeras. El comportamiento de los inversores tiene rasgos de seguir al rebaño y, esto, los grandes lo saben y se aprovechan de ello. La Bolsa la mueven los inversores institucionales y son capaces de darle la vuelta a un valor cuando quieran, coincidiendo casi siempre, con la entrada masiva de inversores particulares por el simple gesto de que se oye por todas partes de que la Bolsa se ha convertido en muy rentable y, como cualquiera, afortunadamente, puede comprar y vender lo que quiera, se aprovechan de esa debilidad del minorista. En este sentido los medios de comunicación tienen mucha culpa. En estos casos es primordial el momento de entrada pues las manos fuertes pueden rotar su cartera vendiendo los valores sobrecomprados para invertir en otros que se han quedado más rezagados durante la subida, esto consigue que el particular que no tenga una buena estrategia se quede pillado en el valor al momento de la entrada.

La fase alcista siempre tendrá un periodo de corrección, periodo en el cual se intercambian los valores de una mano a otra. Venden los que piensan que la subida ha finalizado y compran los que piensan que aún le queda recorrido. Así se forman los típicos dientes de sierra de toda tendencia. Una tendencia alcista se produce cuando los mínimos que va formando un valor son ascendentes. Las ondas de impulso y las correctoras son las que nos guiarán en nuestro camino siguiendo a la tendencia que siempre será nuestra amiga. Ir en contra de la tendencia en un riesgo muy grande y solo apto para los sabios especuladores que tienen sus carteras para sacarle un plus extra a la Bolsa. Únicamente los profesionales muy avezados actúan así. Los demás seguimos al Mercado en manada: cuando todos compran, nosotros compramos y, cuando todos venden, nosotros vendemos. Cuidado con esto, leerlo otra vez si es necesario pues cuando la Bolsa sube, alguien está vendiendo y, cuando la Bolsa baja, alguien está comprando. Nosotros nos posicionamos en el otro lado, en la otra orilla, en la orilla de los grandes que son los que manejan el movimiento.

Seguir a los analistas fundamentales es siempre llegar tarde al valor. Su misión es detectar compañías baratas para las recomendaciones de compra y buscar compañías caras para las recomendaciones de venta. Estos analistas emplean demasiado tiempo en leer los balances y el resultado es que llegan tarde al precio de cotización de la acción. Aquí es donde es necesario diferenciar entre precio y valor. Para el inversor institucional el valor de una compañía es decisivo pero para el particular o minorista lo que le afecta de lleno es el precio. No descarto los fundamentales, son necesarios y hacen una buena labor pero son más cercanos y predictivos los analistas técnicos.

Invertir en una Bolsa alcista a través de Fondos de Inversión es una buena alternativa para los que no desean o no puedan estar pendientes constantemente de los gráficos y del Mercado en sí. Ellos permiten, entre otras cosas, mayor diversificación. No son tan ágiles como la operativa directa en Bolsa pero puede ser una alternativa eficaz para un inversor minorista.

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