Estimulación cognitiva en la Enfermedad de Alzheimer

Como ya hemos dicho, no existe aún ninguna cura definitiva para la enfermedad de Alzheimer. Precisamente por este motivo, resultan de gran importancia las terapias de estimulación cognitiva para los enfermos, puesto que estos tratamientos retrasan el avance de la enfermedad y la aparición de nuevos síntomas, al entrenar las capacidades que aún se mantienen. El objetivo final es mejorar la calidad de vida tanto del paciente como de su familia, a la vez que se previene su aislamiento, se combate el estado de ansiedad y depresión que a menudo acompaña a esta enfermedad y se prolonga durante el mayor tiempo posible su independencia.

En la mayoría de los casos, las personas que sufren Alzheimer son cuidadas en su entorno más cercano por sus familiares. Desde organismos públicos y privados se ofrece una serie de recursos que buscan aliviar la carga que estos cuidados suponen, aunque en ocasiones resultan insuficientes. Por lo tanto, muchas veces el enfermo de Alzheimer es cuidado y atendido pero permanece en un estado de inactividad física y psíquica. Esta pasividad empeora y acelera el avance de la EA.

La inactividad es la peor enemiga del paciente con demencia.

 

Cuando el estado del enfermo es tan grave que la mayoría de estas actividades son imposibles de realizar, es importante recurrir a otros recursos para que no pierda el contacto con el entorno. Siempre se debe seguir hablando con la persona, incluso aunque parezca que no comprende lo que se le dice, y seguir estimulándolo a través de la voz, la música, estímulos agradables al tacto, al gusto o a la vista, o simplemente a través del contacto personal y las muestras de cariño y afecto.

 

Antes de comentar algunas de las fórmulas que existen para estimular las distintas capacidades cognitivas, es importante tener en cuenta una serie de puntos clave para cuidar a un enfermo de Alzheimer:

1. Seguir una rutina diaria. Llevar a cabo las mismas actividades, en el mismo orden y lugar cada día.

2. Mantenerse al tanto de dónde está el paciente por su seguridad. Un método utilizado por algunas familias para evitar extravíos es colocar campanillas en las puertas que dan al exterior de la vivienda.

3. Asegurarse de que el paciente coma bien y beba líquidos en abundancia. Las personas con demencia avanzada no son conscientes de sus necesidades fisiológicas, por lo que la deshidratación es un peligro real.

4. Ayudar a que el paciente se mantenga lo más independiente posible por el mayor tiempo posible.

5. Promover que el enfermo haga ejercicio regularmente y no se olvide del ocio.

6. Fomentar las relaciones sociales con amigos y familiares.

7. Emplear ayudas escritas, como agendas, relojes o etiquetas en objetos, para recordar rutinas, tareas o medidas de seguridad.

8. Asegurarse de que el paciente se haga chequeos regulares.

9. Planificar necesidades futuras, como la atención domiciliaria o el ingreso en una residencia.

10. Apoyar emocionalmente al paciente y a los prestadores de cuidados.

11. Asegurarse de que el paciente tome los medicamentos que se le prescriban.

12. Asociarse a un grupo de apoyo para miembros de la familia.

13. Pedir ayuda en materia legal, de finanzas o de adaptación del hogar cuando se necesite.

14. Adaptar el hogar en cuestiones de seguridad, como barras en la pared del baño o luces nocturnas en pasillos y escaleras, entre otras.

15. Asegurarse de que todo el personal sanitario que atiende al paciente posee una lista completa de los medicamentos que éste toma.

Estos 15 puntos clave están recogidos en el programa "Más corazón en tus manos", puesto en marcha por un equipo de auxiliares de enfermería de un hospital andaluz, y pueden consultarse en el siguiente enlace: Programa "Más corazón en tus manos"
 

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