Tipos de Entrevistas: directa y abierta

1. Entrevista directa o dirigida

Las preguntas que hace el entrevistador son muy concretas, y las opciones de respuesta están muy delimitadas. Incluso pueden limitarse a un “sí” o a un “no”. Predominan las preguntas cerradas por tanto. Algunos ejemplos de preguntas cerradas serían:

  • ¿Cuántos empleos ha desempeñado anteriormente?
  • ¿Cuál era su salario en su último trabajo?
  • Diga el nombre de una cualidad positiva que posea.

 

Si te enfrentas a una entrevista de este tipo, puedes tener la sensación de que te estás enfrentando a un examen oral. Es como si estuvieras contestando a un cuestionario escrito, en el que las preguntas y las respuestas son orales. Suele ser más difícil establecer un clima de confianza entre ambas partes.

Pueden utilizar preguntas cerradas para averiguar datos personales y profesionales. A algunas personas este tipo de entrevista les resulta más fácil, ya que no permite la improvisación. Para otras, es difícil tratar de ceñirse a respuestas tan cortas, ya que a veces la ansiedad induce a hablar más de lo que quisiéramos. Lo cierto es si nos hacen este tipo de preguntas tan concretas debemos responder escuetamente, ya que ese es el objetivo que busca el entrevistador.

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2. Entrevista abierta o no dirigida

Es una entrevista en la que apenas se hacen preguntas. Se deja hablar al/ a la candidato/a de forma prácticamente libre. El objetivo es conocer su capacidad de analizar, argumentar, estructurar y sintetizar un discurso. En definitiva, evaluar el comportamiento del/de la candidato/a en una situación muy parecida a la que se produce en algunos puestos de trabajo, en los que hay que argumentar y evaluar una idea o un proyecto.

El entrevistador puede tener interés en que profundices en alguno de los temas que has mencionado; te lo hará saber diciéndotelo abiertamente, pero también puede expresar sus intenciones de forma más sutil, utilizando las siguientes técnicas:

  • Eco: consiste en repetir las últimas palabras que se han dicho. Si el entrevistador pone en práctica esta técnica contigo, continúa profundizando en el tema hasta que consideres que te resulta difícil continuar.
  • Silencio: cuando el/la candidato/a se queda callado porque considera que ya ha respondido a la pregunta, el entrevistador se mantiene también en silencio, forzando así a que la otra persona siga hablando. Si esta situación se te presenta en una entrevista, mantén la calma y continúa hablando sobre el mismo tema. También puedes comenzar a hablar de otro tema que esté muy relacionado con el anterior.

Pese a que en la entrevista no dirigida a través de estas técnicas se pretende que la persona que está siendo entrevistada hable extendidamente, no olvides que siempre deberás hablar de aspectos profesionales, formativos y referentes a tu personalidad, es decir, de todas aquellas cuestiones que tengan que ver con el desempeño en el puesto de trabajo. No dejes que los nervios te traicionen y comiences a hablar de cuestiones muy íntimas y personales.

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Hay otra técnica que se suele emplear por parte del entrevistador, esta vez para dar por finalizado un tema. Hace un resumen de lo que ha dicho el candidato/a, y éste debe limitarse a afirmarlo o desmentirlo.

A modo de ejemplo, a continuación se exponen algunas de las cuestiones más usuales que se plantean en la entrevista no dirigida para invitar a hablar al/a la candidato/a:

  • ¿Cómo se describiría a sí mismo?
  • ¿Cuáles son las circunstancias que más pueden alterarle?
  • ¿Qué le hace pensar que ha tenido éxito?
  • ¿Cómo intenta conseguir sus objetivos personales y profesionales?
  • ¿Cuándo considera que ha logrado los objetivos que se ha planteado?

Como puedes observar, son preguntas muy amplias. La entrevista no dirigida es generalmente más difícil de afrontar que la dirigida. El /La candidato/a debe buscar un equilibrio: no hay que ser escueto respondiendo, pero tampoco extenderse tanto como para agotar las cuestiones y comenzar a hablar de temas personales o no relacionados con la cuestión planteada.

Las respuestas deben seguir un orden lógico de argumentación. Tienen que tener un principio y un final, no hay que limitarse a enumerar detalles con el simple objetivo de ocupar tiempo. Recuerda: a través de estas entrevistas se pretende valorar principalmente la capacidad de exponer y argumentar alguna cuestión.

Es conveniente además que trates de recordar el contenido de tus respuestas, ya que en ocasiones te pueden volver a preguntar sobre un mismo aspecto para ver si surgen incoherencias.

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