Conclusión. La Información en la Era de la Posverdad
En este curso hemos revisado las principales formas en que puede manipularse una información, desde la fuente hasta la construcción del mensaje, pasando por el canal de distribución. También hemos revisado algunas pautas para analizar el contenido de la información y así afrontar algunas estrategias de manipulación. En resumen, ya sabemos que la información distribuida por los medios (sean oficiales o no) no tiene por qué ser cierta, ya sea por conflicto de intereses de la fuente o del medio, por problemas en la comunicación entre ambos, o por la forma del mensaje transferido al usuario. Conociendo el problema, ya disponemos de herramientas para enfrentarnos a él.
La existencia de informaciones falsas o viciadas en la comunicación entre personas, además, atiende a las propias tendencias sociales. Los medios -entendiendo como medio a cualquier persona u organización con capacidad para transmitir información a la sociedad-, además de atender a intereses particulares, se dirigen a su propio público. Y el usuario tiende a consumir lo que más le gusta, sea una comida, una marca, o incluso la información. Las personas tendemos a confiar en la información que más nos gusta y, del mismo modo, acudimos a informarnos de aquellas fuentes y medios que sabemos que nos van a gustar.
Este escenario ha dado lugar a lo que el dramaturgo Steve Tesich llamó posverdad. Ésta es una distorsión de la realidad a voluntad para influir en las opiniones y actitudes, y construida con base en emociones y creencias, y no tanto en hechos objetivos. En otras palabras, "mentiras en las que la gente quiere creer". Cuánto queramos creer, dependerá de qué tan dispuestos estemos a involucrarnos en el proceso de comunicación.