Teorías de la Escuela Nueva
Las teorías que subyacen la concepción de Escuela Nueva constituyen una preocupación por introducir nuevos usos en la vida de los centro escolares.
Podemos afirmar que, en general, este movimiento aún sigue presente en la educación actual.
Las teorías sobre las que se asientan son las siguientes:
La escuela debe girar en torno a los intereses del niño/a: la programación escolar y las actividades deben plantearse en torno al niño/a.
El niño debe ser motivado en función de sus intereses. Sus quehaceres constituyen la satisfacción de una necesidad o una fuente de interés. Satisfacer estos intereses supone una flexibilidad en la programación, los métodos y los horarios.
La escuela debe ser activa: para poder girar en torno a los intereses del niño y para que la enseñanza y el aprendizaje sean eficaces hay que poner en juego toda la actividad psicomotora propia del alumno.
Por ello, ha de predominar la espontaneidad, la autonomía y la autoactividad.
Este principio es el más significativo e importante.
Posteriormente, el constructivismo completa este principio educativo, insistiendo en que la actividad tiene que ser intencional y mental para que se establezcan las relaciones entre los esquemas de conocimiento y los nuevos contenidos de aprendizaje.
La escuela debe estar situada en la vida: los sujetos deben aprender para la vida. La escuela debe ser dinámica y evolucionar al ritmo de la sociedad. En ese momento se consideró que debían haber nuevas materias y nuevos métodos.
La escuela debe ser una auténtica comunidad vital: en la escuela debe vivirse en comunidad y de manera solidaria, eliminándose la rivalidad que debe ser sustituida por el compañerismo y la solidaridad.
Es necesario revalorizar el papel del maestro: el maestro junto con el alumnado materializan la educación, por lo que para que pueda realizarla necesita entenderla y compartirla. El maestro ha de ser observador y descubrir los intereses y necesidades de los niños, despertando sus posibilidades.