Introducción
La primera vez que tratamos de acompañar el canto con una guitarra, el piano u otro instrumento armónico, comenzamos a memorizar con esmero y paciencia esas difíciles posiciones en que debemos disponer nuestros dedos para poder tocar los llamados acordes de una canción.
En este proceso de aprendizaje, mientras conocemos, oímos y utilizamos nuevos acordes crece nuestra curiosidad por encontrar nuevas sonoridades y dedicamos mucho tiempo a su búsqueda y práctica. Esta motivación nos lleva a recopilar un sinnúmero de gráficos y cifrados de “nuevos” acordes con distintos nombres pero, sin saber cómo y en qué contexto se forman ni qué función cumplen dentro de una tonalidad.
El problema radica en que desconocemos cual es la función e interrelación de estos grupos de notas llamados acordes dentro de un sistema tonal. Pero, antes de conocer las leyes que rigen estas relaciones, debemos comprender primero como se construye un acorde y por qué se nombran de tal manera.