Perspectiva histórica. Evolución y adaptación

El uso de energías renovables no es algo tan novedoso como en principio se pueda pensar, desde la antigüedad el hombre ha construido molinos de viento y de agua (en los ríos) para triturar los cereales, ha utilizado biomasa (leña) para alimentar calderas o ha utilizado la energía solar para secar desde el tabaco hasta sus propias vestiduras. Lo que sucede es que a partir de la Revolución Industrial los sistemas de producción se vuelven más complejos y demandan grandes cantidades de energía que, con la tecnología disponible en ese momento, sólo se puede cubrir utilizando combustibles fósiles que van desde el carbón al uranio.

 

energias renovables



Sin embargo, los síntomas de agotamiento que presentan estas reservas fósiles, cuya extracción y aprovechamiento son cada vez más costosos, han provocado que el ser humano busque incesantemente fuentes de energías renovables que le permitan dejar de depender estrictamente de las agotables.

Ya lo hacía en la antigüedad, cuando desconocía la existencia de combustibles fósiles, y además con cierto grado de sofisticación. La navegación moderna aparece con los primeros barcos de vela, que usan el viento como único motor haciendo aparecer el comercio entre civilizaciones, la pesca en alta mar, los viajes transoceánicos…; la iluminación artificial anterior a la aparición de la bombilla, se realizaba con lámparas de aceite animal o vegetal (y aún hoy se utilizan en lugares aislados); la energía solar ya calentaba las cuevas donde el hombre primitivo se refugiaba (calor transmitido desde la roca por corrientes de convección naturales) e incluso, según cuenta la leyenda, fue utilizada como arma de guerra cuando los griegos, guiados por Arquímedes, atacaron mediante un rayo de luz generado por un sistema de grandes espejos hexagonales, hechos de bronce, a la flota romana que pretendía invadir Siracusa (212 A. C.); etc.

Se trata ahora de poner en marcha de nuevo el ingenio para, por medio de la investigación, el desarrollo y la innovación (I+D+i), lograr sustituir las fuentes de energía fósil de las que la humanidad depende mayoritariamente en estos momentos.

La energía eólica se ha reconvertido a la producción eléctrica a gran escala (se puede observar la construcción de grandes parques eólicos tanto terrestres como marinos), al igual que la solar, ya sea a través de la tecnología fotovoltaica (los grandes huertos solares) o de la termoeléctrica (centrales de torre o clindroparabólicas), la hidroeléctrica (conectada a las grandes presas y saltos de agua), la biomasa (sobre todo en centrales de ciclo combinado), etc.

Por otro lado, estas fuentes de energía además de renovables son limpias, pues al contrario que sus predecesoras no perjudican a la atmósfera con gases contaminantes, las masas de agua con vertidos o los suelos con residuos, y si lo hacen su repercusión es insignificante con respecto a los combustibles fósiles.

Todo esto unido a que, desde finales del siglo XX se han sucedido una serie de alarmas ambientales derivadas del uso de combustibles fósiles como el ya estudiado smog fotoquímico de las grandes como Lóndres o Los Ángeles, la explosión de las centrales nucleares de Chernobil y Fukushima, o los innumerables accidentes de petroleros y consiguientes vertidos en alta mar, ha provocado que el cambio en el modelo energético hacia un futuro 100% renovable, se haya acelerado y esté ahora más vivo que nunca, aunque no esté exento de polémica.

Aún así, hoy sigue habiendo quien piensa que las energías renovables son caras, ineficientes, incluso contaminantes, minoritarias, poco desarrolladas tecnológicamente, etc. Sin embargo, en los últimos años se ha hecho patente su incursión en el sistema energético en multitud de lugares y sectores que antes las despreciaban, y a todos los niveles (institucional, financiero, tecnológico, social…), gracias a las continuas mejoras en el rendimiento y a la menor contaminación por unidad de consumo.

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