Gestión del Riesgo

El concepto de gestión hace referencia a la acción y a la consecuencia de administrar o gestionar algo. Al respecto, hay que decir que gestionar es llevar a cabo diligencias que hacen posible la realización de una operación  cualquiera.

Así, la gestión del riesgo tiene como objeto principal la toma de las decisiones más adecuadas sobre los riesgos ambientales, fundamentadas en los criterios de seguridad y eficiencia económica.

Entendido en su conjunto, tal proceso incluye también:

  1. El tratamiento de los distintos riesgos evaluados, tanto en lo que se refiere a sus aspectos financieros, como técnicos.
  2. La comunicación adecuada con los grupos de interés relevantes a lo largo de todo el proceso.

El contenido de la norma UNE 150008:2008 en cuanto a la Gestión del Riesgo se limita a contemplar lo expuesto anteriormente en este tema. No obstante, dicha norma contiene un conjunto de Anexos informativos en los cuáles se tratan distintos aspectos de la gestión del riesgo. Así, todo lo que vamos a comentar a continuación en este mismo tema, es el tratamiento de la información contenida en dichos Anexos relacionadas con la Gestión del Riesgo Ambiental.

En el Anexo A de la norma UNE 150008:2008 se tratan las distintas perspectivas desde las cuáles puede orientarse la gestión de riesgos ambientales, enumerando las siguientes:

  1. Eliminación del riesgo: no siempre es posible eliminar totalmente eliminar un riesgo, bien por no ser viable técnicamente, bien por los costes que ello supondría.
  2. Reducción y control del riesgo: la mayoría de las decisiones relativas al riesgo está orientadas hacia su reducción en términos económica y técnicamente viables y tanto desde un punto de vista tecnológico como centrándose en el factor humano. Los riesgos residuales deben ser objeto de un plan de control y seguimiento. 
  3. Retención y transferencia del riesgo: tanto a nivel técnico (subcontratación de parte de la actividad generadora del riesgo) como financiero (contratación de garantías, fianzas o avales, etc. que cubran los posibles daños provocados a los recursos naturales).
  4. Comunicación del riesgo: la organización debe diseñar e implementar los mecanismos de diálogo que en cada caso resulten más eficaces, teniendo en cuenta que la responsabilidad de la comunicación reside en primer término en el gestor y no en el grupo de interés. 

El Anexo E de la norma incorpora una serie de recomendaciones para la valoración económica de las consecuencias sobre el medio ambiente de un determinado suceso, aspecto fundamental en la gestión de riesgos ambientales.

Uno de los principios que rige toda la legislación relacionada con la Responsabilidad Ambiental es el de "quien contamina paga y repara", por tanto, la valoración económica de los daños provocados al medio ambiente por tiene un especial interés.

La metodología que se propone, se describe para las valoraciones económicas de daños ambientales aún no acaecidos, y se ocupa, exclusivamente, de la estimación del montante del daño con independencia de la probabilidad que tenga el escenario de riesgo. La metodología se resume en el siguiente esquema.

 

l-14-1

 

En la fase de identificación del daño, se debe partir de los escenarios contemplados en el Análisis de Riesgos, identificando, para cada uno de los que se vayan a valorar, las intersecciones de la matriz formada por la lista de receptores del daño y los diferentes medios de difusión. Como lista de receptores se pueden tener en cuenta el suelo, agua, especies silvestres y ecosistemas; y como medios de difusión, normalmente se contemplan: atmósfera, agua y suelo.

La cuantificación del daño que las fuentes de peligro movilizadas en el escenario provocan en cada uno de los receptores identificados, se realiza estableciendo su intensidad, su extensión y su temporalidad.

El resultado de esta fase es una estimación tanto de la extensión, medida en unidades físicas (hectáreas, toneladas), como de la clase de intensidad a la que se ve sometido cada receptor.

 

l-14-2

 

En la fase de monetización se traduce a unidades monetarias el cambio de calidad cuantificado, utilizando, siempre que sea posible, alguna de las técnicas propias de la metodología de los costes evitados/inducidos, que asimilan la pérdida de activo natural con el coste financiero de proveer los servicios perdidos con tecnología.

Las medidas que se tomen pueden ser de 3 tipos: primarias, compensatorias y complementarias; si bien separando las primarias en dos: control y limpieza, y recuperación.

La monetización de todas las operaciones (salvo las de control, que se estiman por el global) se apoya en determinar sus costes o valores unitarios y aplicar éstos a la extensión estimada, afectada por el porcentaje correspondiente a la intensidad establecida.

Cuando se trata de daños recuperables de forma inmediata, el valor del daño se asimila a los costes de control y limpieza, y a los de recuperación (medidas primarias); si la recuperación no es inmediata, se añade el valor de las medidas compensatorias; finalmente, si el receptor no es recuperable, el valor del daño se corresponde con las labores de control y limpieza más el valor social del activo natural dañado (medidas complementarias). 

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