La República: 1ª Guerra Púnica
Roma creció mucho, tanto en la península itálica como por el mar Mediterráneo. Fue allí donde encontró a la otra gran potencia de ese mar en esa época: Cartago. Esta ciudad se convirtió en su gran enemiga durante siglos.
Se decía que el enorme odio que sentía Cartago por Roma se debía a que Eneas (del que ya hemos hablado antes y que situamos en el origen mítico de Roma) enamoró a la reina de Cartago, Dido, pero que después se marchó para casarse con Lavinia. Dido, con el corazón roto, juró odio eterno de los suyos hacia los romanos y que se vengaría por ese desprecio.
Los motivos reales serían más bien de tipo económico y territorial. Quien dominase el Mediterráneo tendría el control total del comercio. Ambas ciudades se situaban en el centro de las rutas comerciales del Mediterráneo.
La 1ª Guerra Púnica
La primera guerra entre romanos y cartagineses comenzó en el año 264 a.C. Los romanos acudieron en auxilio de Sicilia, que había pedido su ayuda para liberarse de los cartagineses, lo que provocó su enfado.
Tras los primeros enfrentamientos terrestres en Sicilia, la guerra avanzó hasta el mar, convirtiéndose en una batalla naval. Los cartagineses sabían que era su única opción de victoria, pues las legiones romanas contaban con los mejores soldados, pero eran pésimos marineros.
En el mar, la ventaja era de Cartago, ya que contaban con la mejor flota. Tras la primera victoria de Cartago los romanos crearon una nueva flota. Sabiendo que las naves cartaginesas eran más rápidas los romanos idearon un sistema para aprovechar la superioridad de sus ejércitos. Se trataba de unas pasarelas de abordaje que se tendía de barco a barco, así los legionarios pasaban de uno a otro y tomaban el barco enemigo por las armas.
Después de más de 20 años luchando contra Roma sin obtener demasiadas victorias, Cartago firmó la paz con ellos en el año 241 a.C. Roma a cambio les exigió un tributo como indemnización.