Fundamentación de la Ética en la teoría de los valores

LA ESTRUCTURA DEL VALOR Y LA ÉTICA.

Para explicar el funda­mento de la Ética como referido a los valores, debemos referirnos a una Teoría de los Valores o, más bien, a una Ética de Valores, como la que defiende Max Scheler.   

Hessen explica cuatro ideas fundamentales de la Ética de los Valores.

Primero, lo ético no consiste en el deber formal, sino en lo que se debe hacer, siendo ese "que" el valor.

Segundo, los valores son objetivos, es decir, no dependen de la persona que valora ni de la sociedad en la que se vive, son ellos mismos en sí.

Tercero, los valores no se hacen presentes en el orden de la razón, sino en el orden del corazón; esto es, vividos, captados sentimentalmente, de un modo jerárquico.

Y cuarto, los valores, por ser sentidos y no razonados, no pueden ser definidos, sólo pueden ser descritos en relación con otros valores; así, se dice que el valor bueno es el que se percibe como superior en la jerarquía de los valores, mientras que el malo es el inferior.

El segundo sentido es el de la justificación como justicia, y es el ajustamiento a la norma ética y no sólo a la realidad.

Justo significa ahora honesto y no sola­mente ajustado. A esta segunda dimensión le llama Zubiri: MORAL COMO CON­TENIDO.

Los actos del hombre y el hombre mismo, en el segundo sentido de moral, pueden ser justos o injustos, morales e inmorales y hasta amorales.Pero, en el primer sentido, cada acto humano y el hombre mismo no pueden menos que ser justos, adecuados a la realidad.

El hombre se conduce, pues su vida no es psicobiológicamente determinada. Las estructuras psicobiológicas lo exigen como libre. El hombre es, necesariamente libre.

El hombre es constitutivamente moral. Pero la disposición al ajustamiento depende del tono vital o temple mayor o menor.

Así hablamos de moral "alta" o "baja" o de personas "desmoralizadas" (en el plano de la moral como estructura).

La moral como contenido se monta sobre la moral como estructura y no puede darse sin ella. Precisamente porque el hombre tiene que hacerse su ajustamiento con la realidad, cobra sentido demandarle que lo haga conforme a determinadas normas, conforme a determinados sistemas de preferencias que vienen dados por la realidad o por la sociedad.  

EL MATRIMONIO.

Se define comúnmente el matrimonio como la unión permanente de un hombre y una mujer para la procreación y educación de los hijos; legalmente se le califica como un contrato; y, teológicamente, se dice que es el sacra­mento de la unión de Cristo y su Iglesia.  

FINES DEL MATRIMONIO.

Se entiende que los fines del matrimonio son tres: Amor, procreación y educación de los hijos.

El amor incluye seis aspectos: la complementación física y psíquica, la comunicación, el diálogo íntimo, la ayuda mutua y la absoluta donación de uno al otro.

La procreación es la concretización y consumación del amor en un nuevo individuo humano.

La educación de los hijos es necesaria para su integración, como personas, a la vida social.

PROPIEDADES DEL MATRIMONIO.

En nuestra sociedad se acepta que el matrimonio tenga dos propiedades, que son: la indisolubilidad y la unidad.

Se dice que el matrimonio es una institución que debe durar toda la vida, pero la misma sociedad ha instituido también los medios para la disolución del mismo.

La unidad implica que se acepta sólo la monogamia y no la poligamia en sus diversas formas ni el llamado "amor libre".

EL CICLO DEL AMOR.

Las antedichas propiedades son deducibles del llamado ciclo del amor, inspirado en el desarrollo del individuo.

El infante entiende su relación con el mundo como la posesión del todopoderoso, que en su caso es la imagen de la madre.

El niño, en un primer momento se centra en el ansia de poseer a todos los miembros de su familia, de ser centro de atracción; y, en un segundo momento, busca la aceptación social y la posesión indirecta de su grupo social.

El adolescente busca la aceptación del otro sexo, con un fuerte carácter posesivo. Sólo hasta que se llega a la juventud se debe escoger entre la posesión y la donación al otro sexo; hasta entonces el ser humano se había debatido entre una serie de tendencias posesivas, pero ahora debe empezar a pensar en la donación como una de las posibilidades de su realización.

El adulto, por fin, debe entender el amor como una donación o como una posesión del grupo social  (y no sólo ya a nivel individual).

TIPOS DE AMOR.

Charles Sinclair Lewis dice que hay cinco clases de amor: el gusto, el afecto, la amistad, el eros o amor psicofísico de un hombre por una mujer, y el cháritas o amor universal, volcado a los demás.

Debemos resaltar el hecho de que el eros no consiste en una mera atracción física, sino en la plena realización psíquica y física del amor.

LA REALIDAD DEL MATRIMONIO.

A pesar de lo anteriormente ex­puesto, la realidad del matrimonio es muy diferente del ideal.

No encontramos en nuestra sociedad más que muy pocos ejemplos de matrimonios perfectamente cons­cientes del acto que han realizado al constituir una familia; hasta podemos afirmar que la situación real de esta institución, en nuestra sociedad, es, precisamente, de no-familia.

El hecho de que el ideal no se cumpla en la realidad no es un argumento para abandonarlo, no se trata de realizar sólo lo que-de hecho se da; si éste fuera el objetivo de las acciones humanas, hace mucho tiempo que se hubiera dejado de lado la lucha por la perfección, y viviríamos en un mundo tal vez técnicamente bien rea­lizado, pero sin la posibilidad de elegir, de hacer nuestra propia vida.

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