Dios

La existencia de Dios es, por tanto, evidente para Descartes ; para demostrarla utiliza, en consecuencia la famosa prueba ontológica original de Aristóteles San Anselmo):

PRUEBA ONTOLÓGICA
Aquello, mayor de lo cual nada puede pensarse, no puede existir únicamente en la inteligencia. En efecto, si solamente existiera en la inteligencia, podría concebirse como existiendo también en la realidad, y esto sería mayor. Existe, pues, algo mayor de lo cual nada puede pensarse, no sólo en la inteligencia, sino también en la realidad” 

(‘Proslogion’ – San Anselmo)

  

  1. La simple presencia en mí de la idea de Dios demuestra su existencia.
  2. Consideración de la finilitud de mi yo (no me he creado a mí mismo, sino que debe haberme creado un ser que tiene todas las perfecciones cuya simple idea yo poseo).

Descartes se pregunta en este punto si acaso lo que en verdad existe no es Dios, sino algún genio maligno que le está tratando de engañar, haciéndole tomas por verdades absolutas lo que en realidad no lo son.

Después de considerar el problema desde todos los puntos de vista llega a las siguientes conclusiones:

 

1. Dios, por su perfección, no puede engañarme.

2. Desaparece toda posibilidad de duda.

3. Imposibilidad para el ateo de alcanzar la ciencia.

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