Familia y adolescentes

Familia y adolescentesLlega el momento evolutivo en el que el niño/a deja de serlo, pero todavía no es un adulto.

Comienza una etapa de construcción de la identidad.

Con frecuencia, en este periodo los padres se sienten asustados al no saber cómo afrontar esta etapa y no se conciencian de los cambios que van a empezar a aparecer en sus hijos e hijas o que ya han aparecido.

Muchos padres se niegan a aceptar que su hijo/a se hace mayor y siguen tratándolos como niños impidiendo que desarrollen la autonomía necesaria para ser adultos independientes.

Como hemos comentado en anteriores capítulos, la adolescencia es concebida por la mayoría de personas como una época gris, en la que el adolescente se encuentra inmerso en una nube de cambios en la que las relaciones con la familia se debilita y entran en escena otras aspectos como los conflictos y la rebelión.

Esta concepción preocupa a la mayoría de padres y madres que no saben como reaccionar ante tal situación. Sin embargo, la adolescencia, es una etapa más del desarrollo de la persona, que pasará con mayor rapidez y facilidad cuanto más se esfuercen los padres en comprenderla.

Si la relación es cuidada y fortalecida desde etapas anteriores teniendo como base la comunicación y el apoyo mutuo la relación no tiene porque ser tan tormentosa.

Es cierto que los jóvenes pasan por una etapa difícil marcada por los cambios físicos y psicológicos, que van a repercutir en la relación con sus progenitores pero no tiene porque haber obligatoriamente aparición de conflictos graves.

Para evitar conflictos, creemos un ambiente de confianza, sin dejar de lado las normas, respetemos su espacio de intimidad y la creciente autonomía que caracteriza a esta etapa y que los prepara para el mundo adulto, sirvámosles de apoyo y animémoslos a tomar sus propias decisiones que los harán personas más maduras.

Evitemos el control excesivo del tipo “vete a la cama” o “dime la lección en alto”, las regañinas delante de hermanos más pequeños o compañeros, la observación constante hacia sus acciones, formas de vestir o de hablar.

Sustituyamos todo lo anterior por una comunicación eficaz en el día a día dejando que poco a poco tomen sus propias decisiones y sean los responsables de sus acciones para que vayan ganando autonomía.

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