Autoconcepto en la Adolescencia

El autoconcepto es una dimensión de la personalidad y hace referencia a la imagen que tenemos de nosotros mismos.

Esta imagen va a variar a lo largo de la etapa de la adolescencia.

No es de extrañar que en la adolescencia temprana, donde tiene lugar la pubertad, los adolescentes centren las definiciones que hacen de ellos mismos en las características corporales, ya que, debido a las transformaciones vertiginosas que sufre el cuerpo, el aspecto físico representa su mayor preocupación en ese momento.

Estos cambios físicos van a romper la armonía que había alcanzado el autoconcepto en la etapa anterior de la niñez.

A medida que se acostumbran a los cambios físicos, los jóvenes, se definirán a ellos y a los demás haciendo referencia a sus sistemas de creencias, filosofía de vida o sus expectativas de futuro.

Este cambio tiene que ver con la adquisición de la capacidad de abstracción propia del pensamiento formal que vimos en el apartado anterior del “desarrollo de la inteligencia”.

Por otro lado, la importancia que adquieren en estos años las relaciones sociales van a verse reflejadas en el autoconcepto, que pasa de las simples referencias de la etapa de la infancia (“tengo muchos amigos”) a descripciones de sentimientos interpersonales (“prefiero a la gente que no miente”).

A medida que el adolescente va creciendo, los contexto con los que interactúa también se ven ampliando, esto supone asumir diferentes roles ya que cada contexto tiene una importancia determinada, unas exigencias de comportamientos y proporciona información de sí mismo al joven.

Así, mientras que en la familia y escuela se le va a demandar respetos, responsabilidad y amabilidad, los amigos y pareja van a esperar de él/ella compromiso, lealtad y amistad.

Esto supone que el autoconcepto refleje esas diferencias de contextos y por tanto sea un autoconcepto múltiple, dando lugar a descripciones como “no me llevo bien con mis padres, pero si con mis amigos”.

Al final de la etapa, el adolescente empezará a tomar conciencia de la diferencia entre su autoconcepto o yo real (la forma en la que se percibe) y su yo ideal (cómo le gustaría verse).

Esta disparidad puede dar lugar a una autoestima más baja en unos casos y en otros puede llevar al adolescente a plantearse mayores retos convirtiéndose en un estímulo para el cambio, sirviendo de motivación para llegar a ser como a él o ella le gustaría (para alcanzar el yo ideal).

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