Actualizando paradigmas de análisis de contexto

Tal vez el cambio más representativo legado por este enfoque radique en la forma de  cómo abordar desde el principio la complejidad de los cambios propuestos. Dicho abordaje plantea un paso necesario pero muchas veces postergado desde nuestros vigentes esquemas de planificación y evaluación de procesos de promoción del desarrollo. Me refiero a la actualización de los paradigmas de análisis del contexto en el cual nos proponemos realizar los cambios. A continuación, veremos el detalle de esta necesaria actualización y sus implicanciones para el desarrollo de una nueva práctica de promoción.

 

Por tratarse de un curso introductorio, revisaremos de manera esquemática la forma cómo ha cambiado la perspectiva de análisis del contexto, recogiendo sus componentes más representativos vigentes hasta hace pocos años, los mismos que no habían logrado recoger adecuadamente los múltiples avances que las ciencias sociales y la tecnología han desarrollado en las últimas décadas. De esta forma, desde esquemas tradicionales de análisis de contexto, empleados aún por muchos organismos promotores del desarrollo, tanto gubernamentales como no gubernamentales, podemos apreciar que buena parte de los diagnósticos elaborados para el diseño de intervenciones, implementados desde perspectivas mal llamadas “pragmáticas”, se realizan empleando enfoques bidimensionales de pensamiento, es decir, centrados en reducidos aspectos de la realidad, sin abordar completamente la complejidad de los mismos. Estos esquemas de análisis son heredados de planteamientos surgidos en la década de los 60 del siglo pasado, durante los primeros años de la cooperación internacional, y siguen empleando instrumentos focalizados en revisiones coyunturales (diacrónicas) y de carácter puntual. Es decir, desde esta perspectiva no se realizan análisis de contexto que consideran las determinantes históricas de los fenómenos sociales, tomando en cuenta únicamente sus características inmediatas. En tal sentido, análisis estructurales de contexto de carácter crítico, multidimensional e histórico, como los estudios decoloniales por ejemplo, nos muestran dichas ausencias y la manera cómo se pueden realizar análisis de contexto desde perspectivas más integrales.

  

Por otro lado, cuando hablamos del análisis de involucrados o stakeholders, tradicionalmente nos referimos a la revisión que se hace de los principales actores de la intervención, tomando en cuenta aspectos como definición de los mismos, objetivos institucionales, fortalezas y debilidades, tipos de alianzas y/o relación con los ejecutores/gestores de las iniciativas y, en el mejor de los casos, actuales niveles de influencia en torno al proceso de toma de decisiones de la intervención. Sin embargo, el análisis de las lógicas históricas de poder (es decir sincrónicas), alianzas estratégicas y protagonismo sociopolítico de dichos actores suele dejarse de lado debido a su complejidad y alta demanda de información de renovación actualizada.

 

Los diagnósticos diseñados para la planificación y formulación de las iniciativas suelen carecer de líneas de tiempo descriptoras de sus principales componentes, de modo que, aunque se obtiene una buena fotografía del momento vigente, más o menos detallada dependiendo de quienes la realicen, no dejan de ser visiones parciales, sesgadas y estáticas de la realidad donde se pretende intervenir. Esto representa una seria desventaja desde el momento mismo de la concepción del cambio deseado, una especie de “defecto de fábrica” de la intervención.

 

La identificación de causalidades unidireccionales en el análisis de problemas sociales es una de las características principales de este esquema. Y en ello, lamentablemente, ha contribuido la estandarización del uso de instrumentos como los árboles de problemas, cuando son usados como la única o más importante herramienta desde la cual se desprende la lógica de intervención. Para evitar esta deficiencia, se recomienda, por ejemplo, el uso de herramientas tipo malla causal, desde las cuales se puede ver con mayor nitidez la compleja direccionalidad que siempre presenta la lógica multicausal de los acontecimientos.

 

Uno de los principales instrumentos que refleja con mayor claridad la antigua perspectiva de planificación, diseño, seguimiento y evaluación de las intervenciones de promoción del desarrollo es el Enfoque de Marco Lógico (EML). Entre sus más representativas limitaciones, señaladas en reiteradas oportunidades por diferentes expertos (tales como Bakewell y Garbutt, Gasper o Hummelbrunner, por ejemplo), se encuentra el hecho que este enfoque no sustenta su propuesta de cambio con una teoría de respaldo, evidenciando un serio déficit de soporte técnico pues se basa, en el mejor de los casos, en una mera hipótesis de trabajo.

 

Asimismo, el EML no enfatiza la importancia que tienen las relaciones horizontales y multidireccionales entre los diferentes niveles de intervención como elementos clave en la comprensión del cambio que se desea generar. Con respecto a la horizontalidad, por ejemplo, se plantea muchas veces la importancia de la participación de las poblaciones destinatarias, pero no se aclara adecuadamente cuáles serán los correspondientes niveles de poder asignados y el protagonismo en los procesos de toma de decisiones estratégicas.

 

El EML, tanto en la lógica de intervención como en la formulación de supuestos, no suele tomar en cuenta las diferentes dinámicas que se generan en las relaciones multiactores en toda su complejidad, especialmente sus componentes de incertidumbre, estableciendo generalmente vínculos simples y unívocos de causalidad.

 

Por otro lado, como planteamiento medular el EML presenta una propuesta de resolución de un problema central desde una perspectiva diacrónica, sin mayores posibilidades de flexibilizar periódicamente los criterios de planificación de manera ágil e inmediata, cayendo muchas veces en el uso de lógicas mecanicistas.

 

Siguiendo con el análisis de las principales características del EML, podemos comentar que dicho enfoque:

  • Asigna reducida atención a la complejidad histórica de los procesos sociales, económicos, políticos e institucionales que subyacen a los cambios sociales. Esta es la razón por la cual los factores externos o supuestos construidos en torno a los mismos suelen aparecen reiteradamente como fórmulas estándar (“políticas públicas sectoriales favorables” o “adecuadas condiciones climáticas”, por ejemplo) sin lograr avanzar más en la definición y análisis de escenarios futuros. También esta reducida atención explica por qué hasta el momento no se han desarrollado suficientes y adecuados sistemas de monitoreo de entorno, basados en indicadores de supuestos y seguimiento permanente de escenarios.
  • Ante la necesidad de flexibilizar postulados iniciales, recurre a largos procesos de evaluación de sustento para la inclusión de los nuevos planteamientos, teniendo que realizar un nuevo proceso de planificación para oficializar los cambios.

 

De esta manera, el cambio de paradigma para los análisis de contextos complejos, emergentes y altamente cambiantes se refleja de la siguiente manera:

En primer lugar, con la identificación y la necesidad de un mayor conocimiento a profundidad de esta realidad altamente mutable en el corto plazo, basándose siempre en evidencia técnica y rigurosamente obtenida, concebida como el factor clave más importante de la formulación, la adecuada intervención y la posterior evaluación de la misma.

 

Este cambio de paradigma también se muestra con el surgimiento de nuevas herramientas de gestión de procesos de cambio, mejor adaptadas a las características vigentes de los modernos contextos. Me refiero a la propia ToC, así como también a otras muchas como el Mapeo de Alcances, la Teoría Basada en la Evaluación, el Cambio Más Significativo, el Enfoque de Project Management (visto desde las diferentes perspectivas de instituciones especializadas como el PMI o la IPMA) y el uso de sus múltiples instrumentos aplicados a la realidad de la promoción del desarrollo social (Teoría de las Restricciones, Valor Ganado, etc.)… Como pueden apreciar, hay mucho instrumental técnico de primer nivel generado en los últimos años y aún no aplicado y aprovechado en su máximo potencial.

 

Por último, este cambio de paradigma también se evidencia en los procesos de promoción del desarrollo y la cooperación internacional con las nuevas dinámicas de apoyo que están cobrando mucha fuerza y protagonismo en los últimos años. Nos referimos a la Cooperación Sur – Sur, la Cooperación Triangular, la Cooperación descentralizada o la propia Responsabilidad Social Corporativa, la misma que va adquiriendo nuevas dimensiones y abordajes permanentemente.

JOSE ANTONIO MONJE

Antropólogo social. PhD (c) en Sociología.

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