El primer día de trabajo
O, más bien el segundo, porque durante el primer día, el director, se ha pasado leyendo la obra con un lápiz en la mano, haciendo cuantas acotaciones sean necesarias, suprimiendo diálogos así como añadiendo acciones que considere.
En la elección de una obra hay que tener presente, a) los actores que tiene, b) el público a que va dirigida y c) los medios de que dispone.
Llega al lugar del ensayo y entrega los folios con la obra a cada uno de los actores. No tiene que hacer ningún casting porque se supone que conoce al grupo, porque ha trabajado con ellos o porque previamente habrá hecho algún taller.
Cada uno tiene su papel asignado, y cada actor tiene que aceptar, sin discusión, el papel que el director le asignó.
Se hace una primera lectura en grupo y cada cual tiene que hacer las anotaciones que considere y que el director le sugiera. Se escuchan aportaciones y sugerencias. En estos momentos el actor es un co-creador con el director. Tiene que ir adaptando su papel de manera que se sienta cómodo.
Desde el comienzo, en esta primera lectura, el director debe insistir en una buena dicción y expresividad, incluso repetir para corregir si fuera necesario. Cualquier error en un principio puede convertirse en un vicio incorregible a la larga. Ya, de entrada, suele ocurrir entre los amateurs, en creerse los divos, actuar a la perfección. Esta tendencia hay que corregirla al momento. Un alumno mío, leyendo su papel en la obra”Agamenón. Su muerte. Su venganza” se pone a decir: “Casaaadra, has veniido como amaaaante y aquí te quedaráaas como espoosa...” Al verle sobreactuar de esa manera tan artificiosa, le paré para preguntarle: Alejandro, ¿vives muy cerca del instituto?, - No, como a 200 metros. Entonces todos los días te te traen en coche, o vienes en guagua.- Caminando, profe, si está ahí mismo. Vale; ¿Verdad que no me has dicho: caminaaando, profesoooor… Bueno, pues de la misma forma que me has hablado a mí, háblale, también a Casandra
Hay que evitar la sobreactuacción