Las pirámides
Entre los años 2700-2500 a.C., la pirámide regular como forma de enterramiento real estaba plenamente configurada.
El momento de oro del arte egipcio se alcanza con las pirámides de Keops, Kefrén y Micerinos, levantadas en Gizeh (Necrópolis de Guiza) Sus dimensiones son colosales. Se proyectaron siguiendo un cálculo geométrico perfecto: si se divide el perímetro de la pirámide entre el doble de su altura el resultado es el número pi (3,1416).
Para que el cadáver del faraón y sus tesoros estuviera a salvo de los ladrones y saqueadores los constructores ideaban complejos sistemas de pasadizos y cámaras falsas.
La gran pirámide de Keops supone la plenitud de un tipo de arquitectura matemática con una base de 230,35 metros de lado y una altura de 146,60 metros.
Esta inmensa construcción se compone de más de dos millones de bloques de piedra de varias toneladas cada una. Estuvo recubierta de piedra caliza. Tiene en su interior dos cámaras llamadas: Cámara del rey y Cámara de la reina, y otra excavada bajo tierra. La pirámide de Keops fue considerada por Herodoto una de las siete maravillas del mundo.
Junto a la gran pirámide se sitúan la de su hijo Kefren, de altura parecida, y la de Micerinos, de dimensiones inferiores.
Posteriormente, los reyes del Imperio Medio construyeron pirámides frágiles de altura más modesta y formas más toscas que no alcanzaron la importancia de las anteriores.
Durante el Imperio Nuevo se preferían los enterramientos excavados en las rocas a orillas del Nilo, por ejemplo el conjunto del Valle de los reyes (Tebas), donde se encuentran los enterramientos de: Amenofis II, Tutmosis III, Tutankamón, la reina Nefertari y Ramsés II entre otros.