Tratado de Tordesillas
El Tratado de Tordesillas surge tras el regreso de Colón del viaje que le llevó al descubrimiento de América.
Este descubrimiento y las posibles riquezas que allí existían provoca la inmediata reacción del monarca portugués Juan II, que exige parte de los territorios descubiertos según el tratado firmado entre las monarquías portuguesa y castellana en Alcaçovas en 1479.
Según el Tratado de Alcaçovas, todos los territorios situados al sur del archipiélago canario serían para la corona portuguesa; a lo que los Reyes Católicos reaccionarán prontamente aludiendo a que los territorios descubiertos estaban al oeste de las citadas islas, no al sur.
Como la situación y la discusión no tenía visos de mejorar ni de conseguirse un acuerdo entre ambas partes, se decidió buscar un intermediario o interlocutor para llegar a un consenso.
Dicho interlocutor no fue otro que el Papa Alejandro VI, que elaboró una serie de 4 bulas (Inter caetera I y II, Eximiae devotionis y Dudum siquidem) para solucionar el entuerto, pero cuyo contenido no fue aceptado de ningún modo por Juan II (que tuvo durante toda la negociación una actitud bastante firme).
Con la situación en un punto bastante peligroso, y con el deseo de que dicho desencuentro no acabase en un conflicto bélico, finalmente se llega a un acuerdo entre ambas partes, firmándose el 7 de junio de 1494 en el Palacio de Tordesillas (Valladolid, España), el denominado Tratado de Tordesillas.
Según éste, se establecía una línea divisoria de polo a polo a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde, siendo la parte oriental para la corona portuguesa y la occidental para la monarquía hispánica.
Se acababan de repartir los territorios a conquistar, un hecho que tendría consecuencias muy graves para la población americana.