Leyenda del Cipitio
Nuestra historia de hoy se la dedicamos a nuestra usuaria "fatyzq", que nos sugirió en el email historiador [arroba] aulafacil.com que hablásemos de esta linda leyenda para dar a conocer un poco más sobre las costumbres de El Salvador.
La leyenda del cipitío o cipitillo es una de esas historias del folclore salvadoreño que se han transmitido de generación en generación, adaptándose a las épocas y estando siempre de plena vigencia.
La misma nos presenta a cipitío (la palabra procede del nahualt “cipit”, que significa cipote o niño), fruto de una relación esporádica entre Sihuanaba o Siguanaba (que traiciona al dios sol) y el dios Lucero de la mañana.
Tlaloc no dudará en castigar tanto a la madre, que la condena a vagar errantemente, como al niño, al que condena a tener permanentemente 10 años.
El cipitío es un espíritu burlón (no para de hacer bromas, y siempre se ríe con sonoras carcajadas), con una gran barriga, que viste un enorme sombrero hecho de palma y que tiene los pies del revés (algunas historias cuentan que en vez del revés, tiene el izquierdo en el lugar del derecho y viceversa).
Uno de sus más fantásticos poderes es que se puede teletransportar.
Le encanta la ceniza y comer guineo, no para de hacer bromas, pero si hay algo que le fascina es el “molestar” y perseguir a las muchachas bonitas que acuden al río (el lugar donde más le gusta estar) a refrescarse o lavarse.
A estas jóvenes les dice piropos, arroja pequeñas flores y diminutas piedrecitas... e incluso las persigue; siendo muy difícil deshacerse del cipitío.
La única manera conocida de que deje de perseguir a las muchachas es que coman en el baño, justo enfrente del inodoro, pues nuestro protagonista es amante de las buenas costumbres, por lo que si la joven en cuestión hace esto, automáticamente pierde el interés para el cipitío.