Ideologización vs. fundamentación

Se han utilizado tradicionalmente los conceptos de "apolíneo" y "dionisiaco" como forma de diferenciar lo ordenado, medido y equilibrado frente a lo caótico, impulsivo e irracional. Esta dualidad es la que subyace, con matices, en la existencia hoy de dos perfiles de individuos. Entre ellos existe un antagonismo claro a la hora de posicionarse ante los grandes temas de la existencia y de entender las relaciones con los demás y consigo mismos.

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Por un lado tenemos al individuo ideologizado.

Éste es un ser humano de ambigüedades y contradicciones.

Practica el culto ilustrado a la razón mientras se somete a la tiranía de los prejuicios. Es generoso con la Humanidad como ente abstracto pero incapaz de percibir a la persona que tiene delante: escudriña su clase social, su ideología o sus criterios sexuales para juzgarla antes de conocerla. Predica de forma teórica el respeto y la tolerancia a todas las ideas pero en las distancias cortas es un sectario. En el fondo, no acepta que otros emitan una opinión contraria a la suya e inmediatamente los tachará de ignorantes o radicales (los etiquetará con algún término que contenga el sufijo "fobo").

En el ámbito de lo religioso, mientras milita en las filas del ateísmo más enfermizo intenta saciar sus necesidades espirituales mediante búsquedas desesperadas de rituales eclécticos que le satisfagan.

Algunas veces, este individuo responde a la máxima "si no me gusta, lo cambio", como si todo fuera susceptible de ser modificado, cosa que no es cierta y que le enfrenta al gran reto de gestionar la frustración. En otras ocasiones la máxima es "si no me gusta que lo cambien" y empieza a enarbolar causas -sin cuestionarse ningún grado de responsabilidad personal- o a liderar las de los demás como un mesías.

En las relaciones personales es aparentemente adulto pero de hecho actúa o desde su niño interior, buscando figuras parentales, o desde su padre protector o punitivo buscando figuras infantiles. Utiliza los instintos emocionales como códigos de comunicación. El compromiso sólo lo centra en aquel que establecen consigo mismo sus apetencias. Todo lo que significa deber o sacrificio es evitado. 

La figura antagónica del perfil descrito es el individuo fundamentado.

Esta persona es fiel a los valores pero no tanto a las ideas ya que tiene entre sus virtudes la de la honestidad intelectual que le hace evolucionar y contemplar puntos de vista distintos a los suyos. Cree que hay planteamientos y comportamientos que no son respetables y otros que son, directamente, ridículos. El patrón de lo políticamente correcto no sirve para todo.

Es consciente de que las emociones son un motor en la vida, pero pretende mantenerlas a raya porque sabe que llevarlas a sus máximas consecuencias le terminará convirtiendo en un ser condicionado por sus impulsos.

También vive contradicciones pero las reconoce. Es honrado con ello. Su intimidad adulta le lleva a evaluarlas y establece consecuencias. Para desactivar la tentación del autoengaño utiliza sus brújulas particulares: los valores heredados, su proyecto de vida, las personas a las que ha decidido entregar su existencia. No renuncia a la utopía pero no hipoteca su vida ni a los suyos por ella. Está comprometido.

Sabe que está en proceso. Crece. Y aunque el crecimiento sea doloroso o irritante, lo lleva a la maduración personal. Se marca metas y conoce que el objetivo puede transformarse en éxito o en fracaso. Reconoce sus límites y los acepta sin complejos. Distingue responsabilidad y culpabilidad. Vive con sus frustraciones, a pesar de ellas.

Es radicalmente humanista y, por ello, espiritual. Ha superado la dimensión materialista de la existencia para vivir en clave de trascendencia. Si no tiene credo religioso es capaz de admirar con curiosidad ingenua que los demás lo tengan y si lo tiene, lo defiende sin temores.

Entre estos dos perfiles contrapuestos hay infinidad de matices. De acuerdo. Seguramente nos será difícil identificarnos en uno o en otro. Lo que sí debemos hacer es decidir a qué tipo de persona queremos acercarnos. 

 

 

 

 

Marta Tamayo Loyo

Licenciada en Filosofía y Letras con C.A.P. y Habilitada en Educación Social por el CEESCYL

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