¿Pueden hablar los cubiertos?
Estamos sentados ante la mesa de un banquete, un sinfín de cubiertos a izquierda y derecha nos amenazan; ¡que no cunda el pánico!.
Y no debe cundir el pánico puesto que solo tenemos que "escuchar" lo que nos dicen los cubiertos. Y nos hablan de sentido común.
Aunque sea difícil de creer, el protocolo existe para facilitarnos la vida en sociedad. Por tanto, ante la duda, solo hay que pensar con lógica y si aún así estamos indecisos, mejor preguntar en vez de confiar en el acierto de quien se aventure primero a coger un cubierto. En más de una ocasión, toda una mesa ha errado por imitar en cadena a un solo comensal.
Eso significa para los camareros el dilema de volver a cambiar los cubiertos, dejando a los comensales en entredicho, o dejar a la aventura el resto del servicio.
Y eso es sencillamente evitable. Tan solo debemos utilizar la lógica y esta nos indica que los cubiertos más fáciles de coger son los del exterior.
Si el primer plato es sopa, la cuchara estará colocada justo en el extremo derecho y siguiendo con la lógica, el cuchillo izquierdo lo dejamos tal cual, no lo vamos a utilizar con la sopa. Y a partir de ahí, conforme sigan los platos seguimos tomando los cubiertos del extremo (de fuera hacia dentro).
El siguiente, que ya no será sopa, tomaremos cuchillo extremo derecho y tenedor extremo izquierdo. Y conforme acabemos, los dejamos sobre el plato formando una cruz, así además de hacerle un favor al camarero, no nos sobrarán después cubiertos sobre la mesa.
Mejor no colocarlos cruzados, como hay costumbre de hacerlo, ya que es una de las formas de expresar que no ha gustado el plato.
Si hay cubiertos en la parte de arriba del plato, estos los dejaremos para el postre. Si no los hay, llegaran al servicio de este.
Y si hay un cuchillo sobre un pequeño plato a la izquierda superior es para servirnos mantequilla en el pan, no para cortarlo, ya que esta acción se hace con las manos.
Y con esto, entramos en la forma de comunicarnos con el servicio de camareros mediante los cubiertos, sin tener que pronunciar palabra.
Colocando estos en forma de triángulo, podremos decir que no retiren el plato, ya porque estemos entretenidos charlando con algún comensal o sencillamente porque nos hayamos tenido que ausentar un momento.
Si el plato no nos ha gustado, y deseamos dejarlo claro, hay dos posiciones, una ya la hemos visto arriba, y otra es cruzando los cubiertos, con el cuchillo a través de los dientes del tenedor.
Cuándo hemos quedado encantados con el plato, los situamos en paralelo con el mango hacia el lado izquierdo.
Y si no queremos mostrar nuestro gusto o disgusto, pero sí indicar que hemos terminado, los colocamos en paralelo, con el mango hacia bajo.
Podéis practicar en las comidas familiares, aparte de ser divertido, en vuestro próximo banquete, no solo quedaréis como expertos, sino que dispondréis de un original y acertado tema de conversación para romper el hielo.
¿Pueden hablar los cubiertos? ¡Sin duda!
"Lo más importante en la comunicación es escuchar lo que no se dice."
- Peter Drucker -