Mesas con estilo propio
Al entrar al salón de un banquete hay dos reacciones: una exclamación de ¡Ohh...! o una de ¡psss!
Vamos a descartar la segunda y centrarnos en la reacción producida ante un bonito espectáculo. Eso se consigue con la decoración del salón en general y de las mesas en particular.
¿Habéis visto una mesa desnuda antes de preparar un banquete? Es como un lienzo en blanco dispuesto para plasmar un estilo; elegante, fresco, moderno, divertido...
Lo primero es proteger la obra con un muletón; conseguirá ponerla a salvo de posibles derrames de líquidos, quemaduras o cualquier otro accidente, así como amortiguar el ruido ambiental al depositar platos y cubiertos durante el servicio.
Después colocaremos el mantel que mejor se adapte al estilo que deseamos conseguir. Dando por supuesto que estará limpio y sin señales de haber sido usado en demasiadas ocasiones, elegimos color y textura.
Ya sé que a veces no hay más remedio que adaptarse a las posibilidades disponibles en la empresa, aunque siempre está la opción de alquilar a alguna empresa externa. Eso sí, con su coste añadido.
Lo usual es que todas las mesas sean vestidas y decoradas igual. Si bien esto crea una uniformidad espectacular, siempre he preferido que cada mesa tuviera, por pequeño que fuera, un toque distinto. Por supuesto en armonía con el resto.
También es posible hacer contrastes con el color, alternando contraposiciones del mantel con el cubre-mantel y/o servilletas.
En el caso de mesas alargadas, podemos prescindir del cubre-mantel y optar por un camino de mesa en el centro y a lo largo de la mesa hasta caer casi al suelo por los extremos.
Las mesas en un banquete pueden ser redondas para 6-8 personas o para 8-10 personas. Son las que se pusieron de moda hace años derrotando en tendencia a las mesas alargadas.
Y como todo vuelve, y más cuándo está de moda el estilo vintage, las mesas alargadas han vuelto y parece que con fuerza.
Las alargadas se adaptan al número de comensales fácilmente, ya que usualmente se utilizan tableros que se añaden según necesidad. Además de quedar muy bonitas, crean un estilo más informal y son prácticas a la hora de hacer el plano de mesas ("seating plan" se le llama ahora).
Y llegamos a la reina de las mesas, la llamada "imperio", que puede ser cuadrada, alargada u ovalada. Se distinguen por su doble ancho respecto a las demás.
Sus medidas permiten la creación de una espectacular decoración y son con las que más fácilmente conseguiremos "la reacción del ¡ohhh...!!!"
Tienen dos inconvenientes; mayor separación con el comensal de enfrente y que necesitan mucho espacio para su colocación.
Son ideales para bodas pequeñas y aún más para las íntimas en las que puede utilizarse una sola mesa.
Y ahora que tenemos ya cubiertas las mesas, hay que prestarle la debida atención a las sillas. Si no son muy bonitas, lo mejor es cubrirlas con una funda, ayudando así a resaltar la combinación de colores de los manteles. Si por el contrario es una silla con un estilo favorable a ser visto, siempre podemos adornar con lazos, cintas o flores.
Lo ideal es que mesas y sillas se complementen.
Ante la duda en los colores, o no disponer de opciones, mejor optar por el blanco total, dando el toque de color con la decoración de los centros y algún detalle en las servilletas.
Los centros de mesa son importantes, bien sean de flores, velas, objetos o combinados. Si son altos, mejor que sean muy altos con el soporte muy fino, con el fin de no obstaculizar la vista con el resto de invitados.
En ellos puede ir acoplado el número o nombre de la mesa. Lo del cartelito de plástico ya quedó atrás, ahora debe de ir integrado al resto de la decoración o incluso ser el protagonista de ella.
Si el banquete es temático, el centro debe ir acorde a ello al igual que el número o nombre de la mesa.
Si se trata de una cena, un candelabro con velas altas, todas encendidas antes de dar paso a los invitados, y bajando algo la luz artificial del salón es sinónimo de maravilloso espectáculo.
Otro objeto que forma parte de la decoración es la minuta (tarjeta con el menú a servir). Lo mejor, aunque por protocolo no es obligatorio, es poner una por comensal, colocada sobre plato, servilleta, o de pie junto a las copas, según su diseño, textura y color acabará por dar el último toque de estilo a la mesa.
Si no queremos aprovechar la ventaja de las mesas alargadas de prescindir de colocar a los invitados según ellos dispongan, deberemos añadir un cartel también integrado en la decoración con el nombre de cada comensal.
En los banquetes pequeños siempre es más fácil deleitar con el más mínimo detalle, en los grandes depende más del tiempo, del presupuesto y/o de las ganas e ilusión de las que se dispongan para trabajar en ello.
Resumiendo, las mesas son el soporte de una decoración que en compañía de un buen menú y unos comensales dispuestos a disfrutar de todo ello, acabará siendo auténtica obra de arte.
"Haz lo que puedas, con lo que tengas, estés donde estés"
- Theodor Roosevelt -