El concepto de responsabilidad social - II

La empresa no puede entenderse como un centro de beneficio económico, sino más bien como un ente social administrador y generador de riqueza económica y social. Y del mismo modo, la riqueza no puede entenderse sólo desde un punto de vista económico, sino como un auténtico valor humanista que debe desarrollarse y administrarse con criterios del más amplio beneficio social (Gutiérrez Conde J., 1993)*. Esta perspectiva humanista adopta una visión pluridimensional, según la cuál las finalidades de la empresa son cuatro:

  1. Proporcionar un servicio a la comunidad. 
  2. Generar un suficiente valor añadido (beneficio). Si la empresa no cumple sus funciones económicas, no tendrá los recursos para ejercer los demás papeles, ni sobrevivirá el tiempo suficiente para ser agente de cualquier cambio**. 
  3. Proporcionar a sus miembros satisfacción personal y perfeccionamiento humano***.
  4.  Lograr una capacidad de continuidad o permanencia.

 

            Desde esta perspectiva, la empresa no se considera sólo una institución económica, sino más bien una institución social con responsabilidades y que se encuentra inmersa en un entorno. De tal manera, que no es un ente aislado sino una organización encarnada en el conjunto de la sociedad, y que afecta en sus decisiones y actividades a dicha sociedad, como sistema en continua interacción con su medio ambiente. Los ejecutivos de las empresas tienen unos deberes para con los accionistas, pero también con respecto a otros grupos sociales afectados****.

 El reconocimiento del impacto de las acciones de los gestores en los empleados y consumidores, supone unos deberes respecto a estos grupos, y un reconocimiento de los gestores como más que meros agentes en una relación de agencia con respecto, exclusivamente, los propietarios del negocio. Tal como manifiesta (Álvarez Jiménez, 1993)*****: “Si una conducta ética es aquella que es aceptada por el medio, incluida la ley y la conciencia de los actores, la ética empresarial ha de alcanzar a sus relaciones internas y externas, es decir, a toda su gestión”.

            Un aspecto de preocupación para la sociedad, es el poder que llegan a alcanzar las empresas, y la forma en que lo ostentan los directivos. No sólo es esta concentración de poder lo que preocupa a la sociedad, sino también la falta de seguridad en  relación a cómo actúan las empresas******.

            Las empresas no son simplemente cajas negras que transforman los recursos escasos en bienes y servicios con una adecuada eficiencia económica, y que mantienen una posición compitiendo satisfactoriamente.

 

*           Muchos estudiosos han analizado la ética en la gestión de los recursos humanos. Una adecuada síntesis la ha realizado el profesor de Psicología del Organización de la Universidad de Deusto URIARTE P. (1991) “La gestión de los recursos humanos y la ética” Boletín de Estudios Económicos. Vol 46 Nº 144. Diciembre. Págs 475-489.

 

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