La Asertividad

Asertividad

La asertividad es mucho más que decir sí o no. Implica reconocer y nombrar los sentimientos, expresarlos, tomar decisiones, actuar sin agredir a los otros y siempre hacerse responsable de la conducta que se sigue y de sus consecuencias.

Una persona asertiva se siente siempre libre para manifestarse. Puede comunicarse con cualquier persona. Mantiene una orientación activa en su vida; persigue lo que desea, imagina, crea y logra. No es pasivo, no aguarda a que las cosas le ocurran ni permite que le sean impuestas. Además, siempre actúa de un modo que él mismo juzga respetable, así conserva el respeto propio.

La asertividad define la manera de proceder ante una situación que requiere respuesta o decisión. Se puede decidir por impulso, por costumbre o de la manera que los otros esperan; o bien de manera razonada.

Al decidir con asertividad lo hacemos también de manera razonada. Esto implica: definir el problema, buscar las soluciones posibles y valorar cada una para finalmente optar por la más adecuada.

Al estar seguro de sí mismo, uno puede defender derechos y asumir responsabilidades y obligaciones.

La vida nos plantea problemas a todos, pero lo importante es saber que somos capaces de enfrentarlos eficientemente.

Conducirse asertivamente promueve la igualdad en las relaciones interpersonales a través de la comunicación abierta.

Ser asertivo permite defender los derechos propios, lo que se piensa, se siente y se desea de forma clara y directa, en el momento oportuno, sin negar los derechos de los otros, y evitando en lo posible una actitud pasiva o agresiva.

La comunicación asertiva es indispensable en la vida, para dar a conocer al otro la forma en que se piensa, siente y actúa.

Ser asertivo brinda la posibilidad de experimentar satisfacciones.

El comportamiento agresivo impide el enriquecimiento de la interacción social y provoca en ésta defectos negativos, pues deteriora la satisfacción y la comunicación de las relaciones humanas.

La actitud no asertiva nos expone a la manipulación y al control psicológico de los demás.

Nadie puede manipular las emociones de los demás, si éstos no lo permiten.

La práctica de la asertividad ayuda a protegerse de situaciones de riesgo, fortalece el sentido de responsabilidad y de seguridad en uno mismo.

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