Introducción
Para llegar a tener la destreza y el manejo del lenguaje de una persona dedicada a la profesión periodística son necesarias horas y horas dedicadas a esta tarea de leer y escribir en la llamada prensa escrita.
En este sentido, el texto periodístico (que requiere de altas dosis de precisión y sencillez) no nace de la reproducción de estructuras lingüísticas complejas.
Muy al contrario, desarrolla esquemas lingüísticos accesibles al público general, y precisamente es ahí donde se encuentra su mayor dificultad: ya que dominar tal nivel de entendimiento (y sencillez) es mucho más difícil que elaborar escritos “enrevesados”.
Para lograrlo, los/as informadores/as deben tener en la cabeza la información que van a extender con toda la claridad posible. Recopilan, para este fin, numerosos datos, declaraciones, cifras y cualquier otra información que resulte pertinente: recopilar para informar de forma adecuada facilita la posterior labor de redacción, puesto que si no tienes nada que contar es mucho más difícil “rellenar” espacios.
Contar con todos los datos oportunos (y fuentes oportunas) y tener el hecho noticioso en la cabeza desde el principio, es lo mínimo que se debe tener sobre la mesa para empezar a redactar.
A partir de aquí explicaremos qué otras cuestiones consideramos que se deben tener en cuenta para este propósito de hacer llegar las informaciones al público.