Conductas observables en los participantes y cómo neutralizaras

Durante el desarrollo de un evento de capacitación, se tiende a pensar en términos del grupo; sin embargo, también es posible que cada participante o el propio instructor, manifiesten tipos de conductas específicos que faciliten el encuentro o bien, inhiban los procesos del grupo.

Algunos tipos de participantes.

 

Características

Tratamiento

El preguntón

 

Interrumpe constantemente y siempre quiere dar a conocer su opinión, pretende lograr que se apoye su punto de vista, y podría tratar de ridiculizar al instructor sobre algún punto débil.

Dirigir sus preguntas al grupo, no resolver sus problemas, no tomar partido.

El sabelotodo

Es aquel que sabe tanto o más que el instructor, sobre la materia, y podrá ser muy valioso para el desarrollo del curso, si es que el instructor lo pone de su lado y lo sabe aprovechar.

Si se le detecta como una persona negativa, entonces es conveniente alearse a él desde el principio solicitando su opinión sobre alguna parte concreta del curso.

Si se torna competitivo, enfrentarlo con problemas más allá de su alcance

En la medida de lo posible, tratarlo en la misma forma que el resto del grupo.

El ofensivo

Le gusta herir a los demás y siempre tiene razones legítimas para quejarse

Permanecer tranquilo.

El instructor debe buscar que el grupo no lo tome en cuenta.

El instructor le dirá que tratará su problema en privado, y le recordará la premura del tiempo.

El que participa demasiado

Aunque esto puede enriquecer el aprendizaje del grupo… las frecuentes intervenciones pueden desligar la continuidad de la exposición.

 

El discutidor

Le gusta discutir, oponerse por el simple hecho de hacerlo

Tratar de separar o que hay de bueno en sus intervenciones y después hablar de otras cosas. No desconcentrarse. Permitir que el grupo se oponga a sus intervenciones.

El zorro

Es quizás el personaje más peligroso, es una combinación entre experto y Contreras.

Se sienta atrás para llamar las miradas cuando participa. Espera el momento adecuado. Pretende elogiar al instructor y después ataca.

Identificarlo cuanto antes. Ubicarlo como a cualquier otro participante, indicándole que se siente si es que se puso de pie, separar sus puntos – respuestas  que platee y no permitirle ir más allá de dos aclaraciones.

El obstinado

Ignora sistemáticamente el punto de vista de todos. No quiere aprender nada de los demás.

Unir al grupo contra él, invitarlo a tratar el asunto en privado. Pedirle que mientras tanto acepte el punto de vista de los demás.

Rígido

Tiene dudas al respecto de los beneficios del programa.

Busque su ayuda durante las sesiones destacando sus cualidades y conocimientos.

Mudo voluntario

Se desinteresa de todo.

Se siente por debajo o por encima de los asuntos discutidos.

Pedirle su opinión sobre algún punto que conozca. Indicarle sin exagerar, lo valioso que es su punto de vista.

El indiferente

Manifiesta desinterés por el tema, aunque es respetuoso con el grupo.

Pídale su consejo sobre algún asunto en general.

El servicial

Siempre dispuesto a ayudar. Seguro de sí mismo.

Es de gran ayuda durante las discusiones. Invitarlo a aportar sugerencias.

El evasivo

Trata de obtener la opinión de usted en lugar de dar respuesta a la pregunta.

Repita la pregunta o coméntelo con el grupo y después diríjase nuevamente a él.

El fuera de lugar

Habla todo fuera del tema y de una manera incontenible.

Detenerlo diciendo: “señor” ¿no le parece que nos salimos del tema? Si no se da por aludido, mirar el reloj visiblemente.

El ingenuo

Hace comentarios fuera del tema, a menudo da respuestas equivocadas, pero siente estar en lo correcto.

Evitar la crítica directa, los sarcasmos o el ridículo.

Analice un caso similar sin referirse a él.

El monotemático

Busca siempre terminar en el tema de su predilección. Es muy susceptible.

Hacerle regresar al tema, utilizar las ideas interesantes que pueda expresar.

El tímido

Tiene ideas pero le cuesta expresarlo

Hacerle preguntas fáciles. Ayudarle aumenta la confianza en él.

El ególatra

Se cree superior al grupo

No hiera su susceptibilidad. No lo critique. Si se equivoca utilice la técnica dubitativa “si pero no”.

El distraído

Divaga frecuentemente. Pone poca atención.

Interrogarlo con preguntas fáciles, llamarlo por su nombre, retomar la última idea y pedirle su opinión.

 

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