El proceso metodológico, las técnicas y los procedimientos (I)
La propuesta de Oscar Jara sobre qué metodología utilizar, qué pasos dar, cuáles técnicas usar, etc., es semejante al anterior: no hay recetas y hay una multiplicidad grande de posibilidades. Lo que si tenemos que tener claro es los criterios por los cuales vamos a escoger una determinada metodología o una técnica específica para aplicarla con un particular procedimiento.
Estos criterios debemos tomarlos en cuenta en dos sentidos:
- La secuencia global del proceso que debe cuidar que tenga coherencia global en conjunto.
- Las herramientas, que pueden ser casi infinitas y para cada momento del proceso. (Para hacer registros, recuperación histórica, hacer análisis, síntesis, para comunicar, para socializar, etc.)
En cualquier caso, Jara recalca que no debemos perder de vista la integralidad del proceso: que cada herramienta utilizada sirva para alcanzar la visión y el objetivo de conjunto. No debemos engolosinarnos con las técnicas de moda o con una que nos gusta más, sino ser capaces de utilizar las que mejor se adecuen a las circunstancias.
Sobre la base de estos dilemas hay una serie de desafíos que quisiera plantearles como una provocación a la reflexión crítica durante la presentación de experiencias que vamos a realizar en estos días.
MOMENTOS DEL PROCESO DE SISTEMATIZACIÓN
Diseño del proyecto de sistematización.
La autora M. Francke (1995) dice que este primer paso tiene por objetivo aclararnos qué queremos sistematizar, para qué, y cómo se espera hacerlo; y darle operatividad a esas intenciones. Es un momento de reflexión y discusión en el que deberían participar el equipo, los directivos de la institución y, si se lo considera pertinente, representantes de los grupos con los cuales se desarrolló el proyecto. Es fundamental para asegurar el éxito del proceso, partir con una negociación y llegar a acuerdos en relación a los intereses de cada uno y al producto que se espera alcanzar.
Para Marfil Francke (1995) la reflexión y el debate implican, necesariamente, optar entre alternativas distintas: nunca podemos hacer todo al mismo tiempo, ni satisfacer todos los intereses, y toda opción significa, simultáneamente, beneficios y desventajas. Es conveniente tener claras las consecuencias de las opciones tomadas, para no dar lugar, posteriormente, a frustraciones.
Para diseñar el proyecto, Marfil Francke establece que hay que plantearse las siguientes preguntas:
¿Para qué se quiere sistematizar esa experiencia?
Conviene preguntarse y discutir en equipo: qué conocimientos se espera obtener de ella, qué producto se pretende lograr, a quién se quiere que le sirva. Esta discusión está íntimamente vinculada a una reflexión sobre la validez de sistematizar esa experiencia en particular: hay que preguntarse qué riqueza contiene, que amerita realizar el esfuerzo de sistematizarla.
Resulta de suma utilidad que, en ese momento, formulemos la o las preguntas centrales que la sistematización intentará responder, ya que ello ayuda a precisar el eje o entrada del proceso y, a la vez, a delimitar la experiencia que se va a sistematizar. Dicha(s) pregunta(s) debe(n) dar cuenta de los conocimientos que esperamos producir.
¿Qué se quiere sistematizar?
Existen diversas alternativas: el proyecto en su conjunto, una etapa del mismo, la relación generada con cierto grupo o tipo de interlocutor, el tratamiento de determinado aspecto o problema, etc. Hay que tener presente que, mientras mayor sea la dimensión de la experiencia a sistematizar, la profundidad del análisis será menor. Sin embargo, la opción adecuada depende de los objetivos que nos proponemos obtener con la sistematización, por lo que la respuesta a esta pregunta y a la anterior se retroalimentan mutuamente. Si lo que se desea es dar cuenta de la experiencia en su conjunto, asumiremos conscientemente que el análisis no podrá ser muy profundo. Si optamos por alguna dimensión, tendremos que asumir que no podremos dar cuenta de la totalidad de la experiencia.
¿Cómo vamos a realizar la sistematización?
Esta pregunta incluye dos aspectos:
- Uno que se refiere al método, lo cual requiere que conozcamos los que existen y que seleccionemos el más adecuado al tipo de experiencia que vamos a sistematizar y a las condiciones con que contamos. Para ello, es útil referirse al listado bibliográfico que se anexa y al cuadro comparativo de las propuestas de sistematización que vimos mas arriba.
Una vez seleccionada la propuesta metodológica que nos servirá como guía general, debemos determinar qué pasos vamos a ir dando para ponerla en práctica.
- El segundo aspecto se refiere a la operacionalización de la sistematización: es preciso definir quiénes participarán en el proceso y de qué manera, en qué plazos se realizará, qué recursos se necesitan, etc.