El Desarrollo Sostenible o Sustentable

En términos económicos la definición de desarrollo comprende “la evolución progresiva de una economía hacia mejores niveles de vida”, este concepto no plantea problemas pues es bien conocido por todos, sin embargo unido al adjetivo “sostenible o sustentable” si genera confusión incluso en los que lo aplican a diario.

Para iniciar este tema es fundamental de antemano conocer que quiere decir desarrollo sostenible o sustentable, puesto que ha sido tantas veces reproducido por los medios de comunicación, políticos, científicos y agentes sociales, que actualmente se emplea vacío de significado.

Pues bien, analizando ese controvertido adjetivo, en el diccionario de la Real Academia se encuentra la siguiente definición de sostenible: “dicho de un proceso que puede mantenerse por sí mismo”. Un concepto tan abierto merece un análisis desde muchos puntos de vista, enmarcado en la temática que nos ocupa debe estudiarse al menos desde tres:

1. Punto de vista termodinámico: Según la segunda ley de la termodinámica, o principio de incremento de entropía, todos los procesos que se producen de manera espontánea tienden al desorden y no es posible transformar totalmente en trabajo la energía, siempre hay parte que se disipa en forma de calor. Lo que sucede es que los sistemas naturales presentan niveles muy bajos de entropía, pues se han ido perfeccionando secularmente y eso les ha permitido sostenerse en el tiempo.

Sin embargo, no sucede lo mismo con los procesos industriales en los que por cada producto terminado, se generan cantidades ingentes de residuos, vertidos y emisiones. Por ejemplo, para la fabricación de una tonelada de papel se emplean aproximadamente 2,4 toneladas de madera, 440 m3 de agua y 7.600 kWh de energía (Ministerio Federal de Medio Ambiente, Conservación de la Naturaleza y Seguridad Nuclear de Alemania, 2010).

2. Punto de vista ecológico: Encadenando con el argumento anterior, hay quien opina que “los sistemas ecológicos son nuestros mejores modelos de sistemas sostenibles” (Constanza, 1991), pues gozan del denominado equilibrio dinámico. Esta propiedad consiste en la autorregulación del sistema por retroacción negativa, es decir, que la aparición de un producto en un proceso interviene frenando el propio proceso productor, evitando la aparición de excedentes. Así, el sistema no se satura y se perpetúa.

3. Punto de vista económico: Se introduce en el debate con los conceptos de capital natural, “la reserva natural que genera el flujo de los recursos naturales que circulan por la economía humana” (Daly, 1994), y de rentas naturales “generadas por el capital mediante los mecanismos fisiológicos propios del mundo natural” (Calvo & Sancho, 2001). Según esto, la sostenibilidad o sustentabilidad vendría dada por la capacidad de aprovechar esas rentas sin agotarlas.

Habiendo esclarecido el contenido del adjetivo sostenible o sustentable en este contexto, cabe ahora incidir sobre la repercusión que tiene su utilización junto al término desarrollo en el modelo socio-económico actual.

El debate terminológico adquirió enorme relevancia desde la publicación del primer informe del Club de Roma, Los Límites de el Crecimiento (1972), pues la necesidad de un cambio de modelo de desarrollo se hacía patente pero no estaba tan claro como acometerlo y encontrar términos que lo definieran adecuadamente era muy importante.

Es fundamental para entender esta lucha dialéctica, que la palabra ecodesarrollo y el término desarrollo sostenible o sustentable, no son exactamente el mismo concepto, es más difieren notablemente en cuanto a su contenido.

La palabra ecodesarrollo aparece en el panorama internacional tras la Cumbre de Estocolmo, y se atribuye a Maurice Strong, secretario general de la conferencia y primer director ejecutivo del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Aunque realmente el concepto fue conformado y divulgado en diferentes reuniones internacionales en las que había representación fuerte o exclusiva de delegados de los países pobres, cabe destacar el Seminario de Founex (Suiza, 1971), la Conferencia de Cocoyoc (México, 1974) y el Seminario organizado por la Fundación Dag Hammarskjöld, en 1975.

Esta surge de la lucha por definir un nuevo orden económico mundial basado en el potencial ecológico de las diferentes regiones y en las capacidades propias de los pueblos del tercer mundo, y evoca la pretensión de un cambio en el modelo de crecimiento de los países industrializados. Con ella principalmente los llamados países en desarrollo manifestaron su deseo de acabar con el modelo desarrollista impuesto por occidente, a favor de un nuevo modelo más justo con los pueblos empobrecidos y respetuoso con el medio ambiente.

Como puede intuirse, este concepto aglutina aspectos políticos, sociales, económicos, culturales y ecológicos, y pretendía llamar la atención sobre el verdadero problema del crecimiento incontrolado, la situación de marginalidad y pobreza extrema en que se encontraban las poblaciones de los territorios más fértiles y productivos del planeta. Por este motivo se propone adoptar un nuevo modelo con el que alcanzar el equilibrio regional en estas zonas, adaptando el consumo de los recursos naturales a las verdaderas necesidades de los pueblos y adoptando una política preventiva que evite que los daños sobre el medio se produzcan para no tener que invertir luego tantos esfuerzos en corregirlos.
Este término tuvo escaso recorrido pues “quería romperle la columna al desarrollo unidimensional propio del capitalismo moderno. Estaba interesado en experiencias regionales, con energías alternativas y una amplia participación de los pueblos” [Ángel Maya, 1995].

Así, el resultado fue que la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CMMAD), autora del Informe Brundtland, dictamina que medio ambiente y desarrollo no pueden ir por separado y le da la vuelta al concepto de ecodesarrollo: “Antes, nuestras mayores preocupaciones se dirigían para los efectos del desarrollo sobre el medio ambiente. Hoy, tenemos que preocuparnos también por como el deterioro ambiental puede impedir o revertir el desarrollo económico. Área tras área, el deterioro del medio ambiente está minando el potencial de desarrollo”.

Incluso invierte el reparto de responsabilidades entre pobres y ricos: “El desgaste del medio ambiente fue con frecuencia considerado el resultado de la creciente demanda de recursos escasos y de la contaminación causada por la mejora del padrón de vida de los relativamente ricos. Pero la propia pobreza contamina el medio ambiente, creando otro tipo de desgaste ambiental. Para sobrevivir, los pobres y los hambrientos muchas veces destruyen su propio medio ambiente”.
De este modo, se sustituye este término por el de desarrollo sostenible o sustentable, que parece decir lo mismo y sin embargo guarda notables diferencias con su predecesor, quedando definido por la CMMAD como sigue:

“La humanidad es capaz de volver sustentable el desarrollo, de garantizar que él atienda las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de atender también las suyas”.

Esto se traduce en un nuevo modelo de desarrollo que va a estar apoyado en las siguientes líneas de actuación:

1. Garantizar que las necesidades humanas básicas queden cubiertas.
2. Alcanzar un crecimiento económico constante, equitativo y justo.
3. Controlar el crecimiento demográfico.
4. Estimular el desarrollo e implantación de tecnologías adecuadas.
5. Conservar y restaurar los recursos naturales sin dejar de utilizarlos.

En temas sucesivos, se va a hablar de los principales aspectos que de manera directa inciden sobre el medio y ambiente, de cómo el modelo de desarrollo sostenible, asimilado a nivel global desde la Cumbre de Río de 1992, les ha hecho frente hasta el momento y sobre hacia donde se encaminan sus pasos a partir de ahora.

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