el origen de los implantes dentales

Desde tiempos muy remotos, sustituir los dientes en mal estado, ya fuese por caries o por roturas, etc... ha sido una necesidad imperiosa, además de una labor delicada por la ausencia de anestesia o cualquier otra cosa que hiciese de la implantología dental algo poco doloroso.

Se conoce que los etruscos (300a.C) fueron unos “dentistas” realmente habilidosos, obteniendo gran fama por la calidad de los implantes que creaban (tanto dentaduras como piezas dentales).

Estos implantes podían ser de marfil, madera o con dientes de fallecidos (especialmente abundantes en épocas de conflictos bélicos) o pobres a los que se les compraba por determinada cantidad económica.

Las formas de sujeción de estas piezas varía según la época, pues en ocasiones se hacía con un puente o incluso perforando la encía para asegurar mediante unos enganches la dicha pieza a la misma, disminuyendo el riesgo de que se cayese o moviese.

Afortunadamente en el siglo XVIII aparecieron las piezas realizadas en cerámica, y posteriormente las que se hacían con caucho, llegando hasta la actualidad y los modernos materiales y sistemas de anclaje que se usan.

 

id

 

Contenidos que te pueden interesar
Este sitio usa cookies para personalizar el contenido y los anuncios, ofrecer funciones de redes sociales y analizar el tráfico. Ninguna cookie será instalada a menos que se desplace exprésamente más de 400px. Leer nuestra Política de Privacidad y Política de Cookies. Las acepto | No quiero aprender cursos gratis. Sácame