Fármacos específicos usados en la demencia senil

Hemos dejado para el final el tema de los fármacos pues, lógicamente, no son el asunto principal de este trabajo. De todas formas, creemos que puede ser interesante para algunos cuidadores tener ciertas ideas básicas sobre la medicación que continuamente se usa con los enfermos afectos de demencia senil.

 

FÁRMACOS ESPECÍFICOS.

Los llamados fármacos específicos usados en la demencia senil son los inhibidores de la colinesterasa y la memantina.

1) Los inhibidores de la colinesterasa son:

  • Donepezilo (nombre comercial: "Aricept"). Es el más antiguo de todos. Parece que puede mejorar el estado global del enfermo y su cognición (capacidad mental o intelectual). También puede aumentar la funcionalidad (realización de actividades de la vida diaria) y la calidad de vida del paciente.
  • Rivastigmina (nombres comerciales:"Exelón", "Prometax"). Al igual que el donepezilo parece que puede hacer prosperar el estado global del paciente con demencia leve-moderada. También es útil en la enfermedad de parkinson que se acompaña de demencia senil.
  • Galantamina ("Reminyl"). Mejora la cognición; se cree que es útil en demencias leves-moderadas y en demencias mixtas.

Las reacciones secundarias más frecuentes de estos fármacos son las nauseas, vómitos, diarrea, dolor abdominal, pérdida de apetito, alteraciones del sueño, dolor de cabeza, mareo, cansancio...

Se deben usar con precaución en enfermos del corazón o del pulmón, epilépticos,  antecedentes de síncopes o episodios de hipotensión...

 

2) Memantina ("Ebixa"). 

  • Útil en demencias de severidad media-grave, pero también puede ser eficaz en las de gravedad leve, sobre todo cuando no se toleran los fármacos anteriores.
  • Este fármaco parece capaz de mejorar la cognición, la funcionalidad, el estado clínico global y la conducta.

Sus reacciones secundarias más habituales son: estreñimiento, somnolencia, vértigos, dolores de cabeza, hipertensión arterial...

 

 

Consideraciones sobre los fármacos específicos.

No hay estudios que nos indiquen claramente si un fármaco es mejor o peor que otro; es decir, aún no se han establecido diferencias fundamentales en el empleo de uno u otro medicamento. Todo lo que se sabe, hoy por hoy, es relativamente poco, aunque se han realizado muchos estudios al respecto.

No está claro cuánto tiempo se han de usar estos fármacos. Una vez más, hemos de individualizar según cada enfermo: valoramos mantener el fármaco si ha sido útil y si el paciente presentó mejoría, aunque fuera leve. De lo contrario, puede estar indicado retirarlo.

Periódicamente, el médico especialista que prescribió el medicamento debe estudiar al paciente, para valorar la progresión de la enfermedad. Analizará su capacidad mental y memoria, su funcionalidad (lo que aún es capaz de hacer por sí mismo o con poca ayuda), los problemas de movilidad del enfermo y como es su conducta. Como siempre, también ha de tener en cuenta la sobrecarga del cuidador.

julio yañez gonzalez-irun

Medicina de familia.

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