Autismo en Adultos

El autismo en adultos también es un trastorno que debe seguir tratándose para mejorar sus capacidades y facilitar su estilo de vida. Pero hay algunas personas que no saben que son autistas hasta que son adultos, ya que los síntomas equivaldrían al de los niños con autismo leve. Es probable que ellos mismos no se hayan visualizado como autistas y habrían diseñado medidas para controlar ciertos síntomas desde la infancia.

Por otra parte, las personas que padecen autismo grave son diagnosticadas de forma temprana, debido a que sus signos son más visibles. Los síntomas serían los característicos de este síndrome: la comunicación condicionada por su dificultad dentro del trastorno, falta de comprensión respecto a algunas bromas y falta de capacidad para establecer relaciones sociales por iniciativa propia.

Debido a la dificultad social en ciertas ocasiones, prefieren la comunicación mediante las redes sociales o correo electrónico, ya que la “torpeza social” le puede inducir en una inseguridad; es aquí cuando el rol ante la sociedad juega un papel importante. También suelen evitar el contacto visual, pues intentan mantener su intimidad, aunque las personas no autistas pueden presenciar esta acción como falta de respeto.

Autonomía

La autonomía es un punto importante a tratar cuando el niño autista ha alcanzado la madurez. Llega un momento en el que la persona autista, junto con ayuda de profesionales, debería de haber mejorado sus dificultades y desarrollado sus capacidades (entre ellas la capacidad autónoma). Este sería el momento idóneo cuando estaría preparado para participar de manera activa en la sociedad actual.

Según las estadísticas, 15 de cada 100 niños consiguen una completa autonomía, pueden estudiar cuando son niños y trabajar con ayuda siendo adultos. Otros 35 logran una autonomía parcial utilizando habilidades lingüísticas limitadas que les facilita la consecución de objetivos marcados y por lo tanto, se sienten realizados personal y profesionalmente. Treinta no serían autónomos, no podrían trabajar y necesitarían apoyo para socializarse, aunque podrían realiza tareas simples de forma independiente.

Por último, podemos encontrar otro grupo de veinte, los cuales no son autónomos y tendrían que contar con una ayuda constante por parte de profesionales, aportándoles tratamiento, educación especial y ayuda médica.

Observando dichas cifras podemos ver que casi la mitad de las personas autistas pueden llegar a ser total o parcialmente independientes. Es por ello que no se debería de perder la esperanza ni debería faltar motivación, pues ambos factores son cruciales en el desarrollo positivo del autismo.

 

Alicia Madueño Cermeño

Diplomada en Magisterio, especializada en Lengua Extranjera y Educación Especial. Monitora de Animación Sociocultural.

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