Desmontar las creencias irracionales

Me remito a lo expresado en el capítulo 6 para recordar qué son las ideas irracionales. Son planteamientos dogmáticos, inamovibles, subjetivos y autoexigentes que poseemos sin haberlos contrastado con la realidad y que nos influyen a la hora de entendernos a nosotros mismos, al mundo que nos rodea o a la proyección que hacemos de nuestro futuro. Por ejemplo: si yo creo que "debo caer bien a todo el mundo", estoy abocada a la infelicidad porque esto no puede ser real.

Son habituales y comunes, y su origen está en la educación, la cultura, las influencias sociales, etc. Cuando estas ideas se convierten en criterios absolutos de nuestra vida, son perjudiciales y pueden provocar trastornos emocionales. Por eso "es conveniente combatir(los), para lograr un mayor desarrollo personal y social" ("Psicología para Educador@s" de Animación, Servicios Educativos y Tiempo Libre. Pag. 189).

Desmontar prejuicios

 

El psicólogo Martin E.P. Seligman (junto con Karen Reivich, Lisa Jaycox y Jane Gillham) en su libro "Niños optimistas. Cómo prevenir la depresión en la infancia" (Ed. Grijalbo), nos da las claves para ayudar a nuestros niños y jóvenes a crecer en ausencia de creencias irracionales y a desmontarlas, en su caso. Habla de que padres y educadores les transmitimos un determinado "estilo explicativo" que marca las líneas de su concepción de sí mismos y del entorno. 

Éstas serían las tres dimensiones a tener en cuenta para educar en este aspecto a nuestros jóvenes: duración, alcance, personalización.

  1. Duración: educar en el "a veces" frente al "siempre/nunca" en los malos acontecimientos. Ejemplo: "a veces me caigo cuando corro" frente a "siempre me caigo cuando corro; nunca llegaré a ganar una carrera". 
  2. Alcance: educar en lo "específico" frente a lo "global". Por ejemplo: "la asignatura de Lengua me parece difícil" frente a "todas las asignaturas son difíciles".
  3. Personalización: educar en lo "interno" frente a lo "externo", asumiendo las responsabilidades que correspondan con equilibrio y objetividad. Ejemplo: "en la discusión yo he perdido los nervios y mi amigo ha gritado" frente a "yo no he hecho nada mal" o "yo tengo la culpa de todo". 

 

Consiguiendo pensar en estas claves podremos desmontar las ideas preconcebidas que nos suelen traer la infelicidad.

Marta Tamayo Loyo

Licenciada en Filosofía y Letras con C.A.P. y Habilitada en Educación Social por el CEESCYL

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