Introducción. La gestión inteligente de un negocio

El desarrollo de la sociedad occidental desde la revolución Industrial, se ha basado en el consumo creciente de energía y recursos naturales, lo que ha llevado (en paralelo) a un incremento continuo en la generación de vertidos, emisiones y residuos que están provocado, no sólo el agotamiento de las fuentes de las que nos abastecemos, sino también la contaminación de las mismas, dejando inservibles cantidades ingentes de recursos que probablemente nunca podrán aprovecharse.

En un principio, el cambio de actitud se hace necesario por los efectos catastróficos que la continuidad del modelo desarrollista puede tener sobre los ecosistemas, como fuentes naturales de recursos, que condenarían a la humanidad al depender de ese equilibrio natural para subsistir. Sin embargo, estas motivaciones no provocan por sí solas el cambio, o no con la rapidez necesaria. Para explicar esto nos apoyaremos en la fábula de Olivier Crerc “La rana que no sabía que estaba hervida”, en ella se cuenta la historia de una rana que es lanzada a un caldero con agua hirviendo, y cómo salta fuera del mismo a penas contacta con el agua. Sin embargo, a continuación describe otra situación, en la que la rana se mete en el caldero con el agua templada y se queda ahí, luego comienza a calentarse el recipiente de manera muy lenta con lo que la rana no percibe el aumento de temperatura por lo que acabará cociéndose.

La moraleja de esta historia es que el ser humano, al igual que la rana, reacciona rápidamente a los cambios bruscos (un terremoto, un incendio, una fuga de agua…), pero no lo hace con los cambios paulatinos y difícilmente detectables (cambio climático, desertización, pérdida de biodiversidad, etc.). Por lo que las acciones destinadas al cambio de modelo no deben ser únicamente las de concienciación y sensibilización de los agentes sociales, también deben incluirse aquellas encaminadas a demostrar que las buenas prácticas ambientales tienen incidencia directa sobre el ahorro económico y la eficiencia en el uso de la energía y los materiales en los hogares y en los centros de trabajo.

Especial interés adquiere la implementación de estas técnicas en las empresas, ya que son las grandes consumidoras de energía y materias primas en los países desarrollados, y necesitan consumir menos para competir mejor en un mercado cada vez más globalizado.

Además, se ha convertido en una prioridad para muchos gobiernos, poner en marcha políticas de ahorro y eficiencia que permitan a los países depender menos del exterior y a sus empresas posicionarse mejor frente a otras foráneas, produciendo más a un coste menor y consecuentemente ofreciendo mayor calidad a más bajo precio.

No en vano, un trabajador en activo pasa casi un 25% de su tiempo trabajando, si tenemos en cuenta que alrededor del 30% de ese tiempo son horas de descanso podemos decir que aproximadamente el 35% de su actividad se incluye en su jornada laboral.

 

Buenas prácticas ambientales



Crear buenos hábitos ambientales en la empresa no sólo permitirá a la dirección abaratar sus costes de producción sino que además estará inculcando a sus empleados unos conocimientos que luego extrapolarán a sus hogares, donde también se generarán ahorros en el presupuesto familiar, y por otra parte se aliviarán de presión ciertos servicios públicos (saneamiento, recogida de basuras, suministro eléctrico…) y todo ello, en conjunto, contribuirá a una mejora de la calidad ambiental especialmente en las grandes urbes.

De este modo, la formación es el medio por el cual las empresas deben fomentar entre sus trabajadores la cultura del ahorro y la eficiencia, porque el incremento de la competitividad viene de la mano de la sostenibilidad, y son los empleados los que manejan a diario los recursos y materias primas, y por tanto los que tienen la llave para producir más consumiendo menos.

Pero no es suficiente con educar, cae del lado de los responsables en las empresas y administraciones públicas poner los medios para la reducción, la reutilización y el reciclaje de los residuos, minimizar los vertidos y el uso de materias primas contaminantes, reducir el número de traslados y evitar aquellos otros innecesarios, invertir en autoabastecimiento energético y en el uso de fuentes renovables de energía, y adoptar todas aquellas otras medidas necesarias para aumentar el grado de eficiencia de una organización a la hora de producir bienes y servicios.

A modo de resumen de todo lo anterior, el esquema básico que debe seguir una organización para implantar una gestión inteligente de la misma, ha de dar los siguientes pasos:

1. Asunción de la necesidad de cambio de modelo.
2. Formación y sensibilización de todos los integrantes del equipo de trabajo.
3. Detección de ineficiencias.
4. Propuestas de medidas preventivas y correctoras.
5. Aplicación de las mejores tecnologías disponibles.

El primer punto de este esquema está muy relacionado con lo que se denomina educación ambiental, que consiste en conocer de primera mano los problemas ambientales a los que se enfrenta la sociedad actual, cómo ha participado el hombre en su generación y que se puede hacer para corregirlos y evitar que se sigan produciendo. Pero si sólo se centrase en los efectos positivos a medio y largo plazo no se produciría el cambio necesario (recordemos la fábula de la rana hervida), es necesario enlazar con la idea de que la sostenibilidad en el uso de los recursos naturales produce ahorros económicos y desemboca en la eficiencia de cualquier actividad productiva, haciéndola más competitiva en el mercado. Este sería el corto plazo necesario para provocar realmente el cambio de modelo.

En cuanto a la formación del personal, este manual pretende proporcionar a los responsables y trabajadores de las diferentes corporaciones, una serie de conocimientos e ideas prácticas para que puedan aplicarlas directamente en sus centros de trabajo y en sus medios de producción, bajo criterios de sostenibilidad económica y ambiental.

A lo largo de los siguientes temas se van a desarrollar los contenidos que conducirán al cambio de gestión propuesto, desde la identificación de los problemas de funcionamiento hasta la aplicación de soluciones más eficientes. En unos casos se propondrá realizar algunas inversiones en equipos, instalaciones, maquinaria… pero son más numerosos los casos en los que un simple cambio de actitud es suficiente para mejorar notablemente la competitividad empresarial.

Por último cabe señalar que los términos que se van a manejar en este documento no deben confundir al lector, la inmensa mayoría de los consejos aquí expuestos son directamente aplicables fuera del centro de trabajo. Ese cambio de actitud podrá así repercutir positivamente en las economías familiares de los hogares donde se pongan en práctica estos conocimientos. Ahorrar en la factura de la luz, del agua y del gas, reducir el consumo de combustible en traslados o evitar el pago de ciertos impuestos y sanciones, no sólo es interesante para empresas y administraciones sino también para las economías domésticas. Además, las buenas prácticas ambientales generan riqueza y empleo en las sociedades que las aplican, al conseguirse un mayor grado de especialización en la búsqueda de la sostenibilidad.

 

buenas prácticas ambientales

 

 

Curso realizado por:


Antonio Martín Velázquez
Director Técnico de Medio Ambiente
ALFIL FORMACION Y CONSULTORIA

alfil@alfilformacion.com

Contenidos que te pueden interesar
Este sitio usa cookies para personalizar el contenido y los anuncios, ofrecer funciones de redes sociales y analizar el tráfico. Ninguna cookie será instalada a menos que se desplace exprésamente más de 400px. Leer nuestra Política de Privacidad y Política de Cookies. Las acepto | No quiero aprender cursos gratis. Sácame