La agricultura convencional

La agricultura convencional, tal y como se conoce hoy día, nace a partir de la denominada “Revolución Verde” acaecida en los años cuarenta, y que supone el comienzo de la utilización de maquinaria moderna y de productos químicos como pesticidas y abonos.

Este tipo de agricultura, se fundamenta en la explotación de los recursos con el objetivo de alcanzar la máxima producción y la aceleración de los ciclos productivos. Esta forma de proceder provoca un continuo desequilibrio del sistema que se pone de manifiesto en la observación de alteraciones en las plantas, debilidad de las mismas ante plagas y cambios agroclimáticos.

Algunas de las consecuencias a largo plazo de este tipo de agricultura son las siguientes:

-       Merma de la diversidad como consecuencia de la proliferación de monocultivos.

-       Alto grado de contaminación y degradación de los recursos naturales, lo que trae como consecuencia la producción de alimentos de baja calidad.

-       Continuado deterioro del suelo, perdida de fertilidad y fomento de la erosión.

-       Encarecimiento continuado de la producción debido al elevado coste energético de la actividad.

-       Alteración de los ciclos biológicos.

-       Problemas acusados en la ganadería: salud de los animales, alimentación, etc.

-       Fuerte repercusión social traducida en un abandono generalizado del campo.

Mediante este tipo de agricultura, se manipula el funcionamiento del ecosistema agrario en busca de la máxima productividad, lo que provoca la inestabilidad de dicho ecosistema y la necesidad de intervención del hombre para corregir (sin conseguirlo realmente) los desequilibrios producidos. Es una continua lucha titánica del hombre contra la naturaleza.

La producción agrícola, debería ser entendida como una actividad ambientalmente positiva, que actuara como medio de reciclado de materia orgánica y potenciara la producción de oxígeno y la fijación de dióxido de carbono. Sin embargo, la intensificación de las prácticas agrarias en los países industrializados, ha dejado de lado los criterios básicos de funcionamiento del ecosistema. En este sentido se han producido dos acciones cuyos resultados han sido negativos:

-       La concentración parcelaria ha simplificado de forma notable el paisaje agrícola, influyendo de forma notablemente negativa en las poblaciones vegetales y animales y, es una de las causas del aumento de las plagas y enfermedades ya que lleva asociado el uso indiscriminado de pesticidas que acaba con los enemigos naturales de las plagas.

-       La transformación de zonas de cultivo en regadíos ha provocado un cambio importante del paisaje agrario y está ocasionando un importante impacto en la gestión del suelo y en la calidad de las aguas subterráneas debido a la utilización de abonos solubles y pesticidas. Las labores de cultivo cada vez más profundas, ha provocado una desestructuración del suelo y una compactación que ha llevado a perder su capacidad fertilizante, fomentando el mayor empleo de abonos solubles.

Los éxitos productivos de las últimas décadas, al aplicar estas modernas tecnologías, ha derivado en otro problema relativo a la aparición de productos excedentarios que no pueden ser absorbidos por un mercado ya saturado. También ha provocado un encarecimiento de los costes de producción de los productos finales al consumidor. Sin embargo, a pesar de lo indicado, el productor no ha visto crecer su economía lo que está provocando en la actualidad nuevas bolsas de pobreza en lugar de riqueza.

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