La usabilidad

La facilidad de uso es uno de los aspectos más importantes en el diseño actual de los productos. De hecho, la característica más valorada por los cosumidores de las páginas Web y de los programas informáticos es la facilidad de uso. No es casualidad que esta web se denomine AulaFacil.

Actualmente la pretensión de los diseñadores de numerosos productos desde automóviles a aparatos electrodomésticos es conseguir que el consumidor los utilice correctamente incluso aunque no se lean el manual de instrucciones.

Numerosos fabricantes de televisores y de videos convierten la programación de estos electrodomésticos en un auténtico reto intelectual. Bastaría que sustituyeran los símbolos que utilizan por claras instrucciones en pantalla en los distintos idiomas para solucionar el problema.

Hay que probar el producto en condiciones reales. Se cuenta que los directivos de la industria del automóvil de los Estados Unidos reciben los mejores coches nuevos del modelo más caro cada poco tiempo. Además, disponen de garages con calefacción y un mantenimiento constante por parte de mecánicos especializados. Estos directivos nunca han comprado un coche en un concesionario, ni tienen el automóvil el tiempo suficiente para que aparezcan las múltiples averías. Además los altos directivos utilizan un conductor de la empresa de forma que no experimentan el propio producto. Es normal que piensen que los coches que fabrican no tienen averías y no entienden porqué muchos consumidores compran coches japoneses.

El producto no sólo hay que probarlo en condiciones reales sino en las peores condiciones de uso. El producto debe ser probado por especialistas que detecten sus defectos. Los coches son sometidos a prueba por pilotos especialistas que analizan la actuación del producto en las diversas circunstancias.

Y probarlo con los consumidores menos expertos. Las pruebas de campo realizadas por especialistas son necesarias pero deben ser completadas con pruebas de uso real por parte de los menos hábiles de los posibles usuarios. El producto debe comportarse adecuadamente en manos del grupo más torpe de potenciales clientes. Evidentemente si diseñamos un coche todos los usuarios tienen licencia de conducir y se suponen que saben conducir. Pero no necesariamente saben cuando hay que cambiarle el aceite o son expertos aparcando. Seguramente agradecen si el coche les indica cuando cambiar el aceite o por lo menos no se estropea si se retrasan en el cambio. Y seguramente agradecen si es fácil de aparcar. Yo por lo menos estoy feliz con los indicadores de revisión de mi coche y con los amortiguadores en los parachoques.

Esta regla como todas tiene algunas excepciones. Por ejemplo los conductores europeos generalmente no compran coches con cambio automático. El cambio automático supone un mayor precio. Piensan que se estropean y que resultará complicado arreglarlo. Y sobre todo no es propio de un hombre conducir un coche automático. El hombre se considera un buen conductor y un experto seleccionando las marchas.

Aunque lo cierto es que parece que los pocos conductores Europeos que usan el cambio automático están encantados de la comodidad y facilidad que supone.

La durabilidad del producto. Durante cuanto tiempo podemos usar el producto. Y especialmente cuanto van a durar las piezas. Y que averías tendrá.
Es nuestro producto de "usar y tirar".


Análisis del mercado. Una vez disponemos de un prototipo podemos realizar un estudio de mercado más preciso. Al disponer de un modelo podemos estudiar las reacciones del consumidor ante el mismo y sus opiniones.

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