Sociogénesis de la Psicología Científica

Autores: Rosa Vera García
Carmen Moyano Rojas

 

SOCIOGENESIS DE LA PSICOLOGÍA CIENTÍFICA

Introducción

Un peligro de la sociedad moderna es que los poderes estatales y de gobernabilidad, (en el sentido de Foucault) crean condiciones de orden objetivo fuera del alcance de la capacidad de transformación individual. Esto tiende a generar un aislamiento creciente. Pero, si las relaciones de gobernabilidad se resquebrajan, la lucha por volverse un agente o presencia significativos en la construcción de la vida social aumenta. No es que sea controlable por individuos aislados, pero ya no se trata de un ámbito completamente ajeno donde el orden se establece independientemente de uno, sino que el orden es algo que uno tiene que luchar por obtener.

Hoy, los sujetos refutan las formas en que ha sido modelada su subjetividad, refutan las técnicas aplicadas sobre sí, el trabajo impuesto por la cultura para hacer de ellos sujetos en el doble sentido de la palabra: sujetado a otro, y sujetados a sí mismos por la conciencia y el conocimiento de sí.

La resistencia hace aquí su aparición, en cuanto que la relación del sujeto consigo mismo se constituye en uno de esos nudos resistentes. Esa fuerza es capaz de transformarse en energía para afectar el afuera, y encuentra la forma de afectarse a sí misma, en un continuo enfrentamiento, diálogo, pacto y lucha entre las partes que constituyen eso que se da en llamar el adentro del sujeto, su subjetividad. La lucha tiene lugar entre uno y uno mismo en el interior dividido... "el adversario que debe combatirse no representa otro poder ontológicamente extraño (...) es medirse consigo mismo" (Foucault 1982).

Esta práctica de los sujetos sobre sí mismo, este diálogo permanente entre las partes que lo constituyen; la forma en que se relacionan con las reglas y valores propuestos socialmente; la manera en que se somete a un principio de conducta, que obedece o se resiste a una prescripción o prohibición; las modalidades en que el sujeto da forma a cierta parte de sí como materia prima de su conducta moral; las zonas de su interioridad que problematiza por encima de otras y que trabaja sobre ella sin descanso, constituyen las técnicas de sí mismo tendientes a la elaboración de la subjetividad.

Así definimos a las Tecnologías del Yo como: "Técnicas que permiten a los individuos efectuar un cierto número de operaciones en sus propios cuerpos, en sus almas, en sus pensamientos, en sus conductas, y ello de un modo tal que los transforme a sí mismos, que los modifique, con el fin de alcanzar un cierto estado de perfección, o de felicidad, o de pureza, o de poder sobrenatural" (Foucault 1982). De forma que esta relación del sujeto consigo mismo, de producción de la subjetividad se centra alrededor de cuatro ejes:

El eje material, la relación del sujeto con su cuerpo, el modo de cuidarlo, de hacer uso de los placeres o responder a los deseos, a las inclinaciones, la manera de responder a las necesidades y exigencias del cuerpo.
El eje ético, las reglas morales que estructuran el tipo de trabajo a realizar en la interioridad.
El eje del saber o de la verdad que marca la forma en que se busca la verdad sobre sí mismo, manera de descifrarse y de saberse.
El eje de lo esperable que estructura lo que los sujetos esperan: la inmortalidad, la eternidad, la salud, la libertad, la muerte, la renuncia, el reconocimiento.

Así, toda la labor de reflexión de Foucault ha estado marcada por preguntas tales como ¿quiénes somos?, ¿cómo y bajo qué mecanismos hemos sido configurados en nuestros pensamientos, en nuestros cuerpos, ritmos y gestos, en nuestros afectos, sentimientos y sensaciones?; ¿bajo qué formas se elaboró nuestra sensibilidad?... Y, por otro lado, para este autor, el verdadero ejercicio de poder se caracteriza por su capacidad de “inducir”, de encauzar las conductas en una dirección que, lejos de vulnerar su reproducción, se convierta en condición de esta. Lo esencial es este condicionamiento de un marco determinado de posibilidades de acción.

Un poder “pastoral”, que logra ejercer una labor de conducción espiritual de los individuos, porque establece y fija las estructuras y canales sociales de producción de la subjetividad humana. Así pues, la construcción de la subjetividad no es un proceso libre y espontáneo. Mediante la intervención de estructuras de socialización creadas desde el poder, se logra que el despliegue conductual del individuo se convierta en prolongación de esquemas impositivos.

En este trabajo, se nos pide que realicemos una “entrevista en profundidad” a un individuo (en este caso a dos), y creemos necesario hacer unas indicaciones del significado de esta modalidad de entrevistas:

Por un lado, este tipo de técnicas cualitativas o estructurales las utiliza el investigador, siendo parte en el proceso de investigación, interviniendo activamente en el proceso de significación del objeto social analizado como parte de una realidad que se construye dialécticamente. “El investigador debe elaborar una trama en el interior de la cual debe conducir su entrevista; la entrevista no estructurada es flexible, pero está controlada”. Citado por George Lapassade, 1991, p. 46. “… se orienta (de modo intencionalmente específico con un guión previo a la misma) a captar (de forma concreta y comprehensiva), analizar e interpretar los aspectos significativos diferenciales de la conducta y de las representaciones de los sujetos y/o grupos investigados”. Y cómo señala Morin (1995): “por ello mismo, este enfoque cualitativo, inherente a la investigación motivacional profunda, exige precisamente la libre manifestación por los sujetos encuestados de sus intereses informativos metodológico…”.

Por otro lado, hay que señalar que Mead (1972) ya hace alusión a las tecnologías del yo y a cómo se construye la subjetividad a través de este instrumento que la perspectiva rogeriana formalizó: la entrevista. Esta etnógrafa proponía que en la misma, el yo que comunica no es un tanto un yo lingüistico y gramatical como un yo especular y por tanto social, que emerge en un proceso en el que el individuo se produce a sí mismo en una relación dialéctica con la función del otro generalizado, instrumentalizando un “nosotros” en que cristaliza el conjunto de puntos de vista de su dinámica grupal, producto de una posición y estructura social determinada y del grupo social al que socialmente se adscribe.

Borrador del guión de las entrevistas semiestructuradas

A través de las dos entrevistas que hemos realizado, nuestros objetivos se centrarán pues en captar la tecnología del yo de ambos sujetos, mediante:

El conocimiento de la realidad de la otra persona a través de "sus propias palabras". Centrándonos en algún aspecto concreto de su vida, vamos a intentar "comprender" su visión personal.

El aprendizaje sobre lo qué es importante en la mente del "informante": sus significados, sus perspectivas y sus definiciones, el modo en que él o ella ve, clasifica y experimenta el mundo.

Y para ello, hemos elaborado una serie de preguntas que vamos a formular a las dos personas entrevistadas, de forma que podamos averiguar cómo se piensan y cómo se hacen cargo de sí mismas. Teniendo en cuanta que hemos seleccionado a dos personas bastante diferentes, y para poder comparar sus distintas formas de construir su subjetividad, sus distintas tecnologías del yo, nuestra selección de preguntas se ha basado en buscar:

- Una pequeña biografía introductoria del (o la) entrevistado/a.
- Una autodefinición como persona, indagando en cómo ha llegado a esa conclusión.
- Una explicación sobre su papel o rol en el mundo, y cómo y de quien cree haberlo
aprendido.
- Un relato de las experiencias vitales y acontecimientos externos más importantes
que le hayan supuesto cambios personales, indagando en profundidad en ellos.
- Una profundización en el conocimiento de sus objetivos vitales, para ver si ha
llegado a conseguirlos.
- Una indagación en sus creencias y en saber de dónde vienen.
- Un conocimiento de sus temores.
- Y finalmente, conseguir saber el grado de satisfacción que siente con su vida y cual
es su proyecto vital en la actualidad.

 

Trascripción de las entrevistas

Entrevista nº 1:

P. ¿Cuál es tu… Nombre, edad, sexo, edad, estado civil, estudios, profesión, hijos?

R. L.F.C., 49 años, mujer, divorciada, estudios universitarios: Licenciada en Sociología y Políticas y en la actualidad estudiante de Psicología. Administrativo- Jefe de Explotación de una PYME, 3 hijos varones (27-25 y 7 años de edad).

P. ¿Cómo te definirías como persona?

R. Me resulta muy difícil definirme, lo que más podría acercarse a la realidad es que me veo en los últimos años (desde la adolescencia) viviendo intensamente, en un continuo proceso de desarrollo…que por una parte creo que se produce por propia motivación y, por otra porque otros me vienen empujando.

P. ¿Cómo has llegado a ser esta explicación de ti que acabas de dar?

R. Pues, no me lo había planteado, porque creo que me redefino en cada cambio, y para mi la vida está en constante cambio, aunque permanezcan determinadas características personales como la integridad, la coherencia y el tratar de ser honesta y serlo con los demás.

P. ¿Cuál es tu papel en la familia y en la sociedad? ¿Cómo los has aprendido? ¿Quién te los enseñó?

R. En la actualidad estoy en pleno proceso de revisión sobre cual o cuales son y han sido mis papeles en todos los ámbitos. Hoy por hoy, estoy convencida que salvo en pequeñas áreas y a pesar de un esfuerzo ímprobo por resaltar mi “persona” –según definiciones de otros, con un alto contenido masculino- siempre he ejercido de madre, a pesar de haber intentado conciliar mi faceta de madre e individuo; incluso con mis parejas, quizá por eso no se han sostenido en el tiempo tanto como yo hubiese deseado: “siempre”.

P. ¿En qué consiste tu rol como (mujer/hombre)? ¿Quién te ha enseñado tu rol?

R. Mi rol como mujer está construido en la lucha por defenderme en el patriarcado que me ha tocado vivir.

P. ¿Podrías contarnos algo de esa experiencia de lucha femenina?

R. Mira, para poder ponerme a trabajar con 16 años tuve que pedir: un certificado penal que especificase que no tenía antecedentes penales, una autorización de mi padre consintiendo mi actividad laboral, y para abrir una cuenta corriente necesité que mi padre estuviera de titular (las mujeres de aquella época, solteras o casadas no podían tener cuentas con titularidad propia, tenían que tener un representante masculino).

Fui adiestrada en mecanografía, taquigrafía y estenotipia para ser secretaria aunque fuera a estudiar una carrera, en aquella época sólo las trabajadoras enfermeras y empleadas del hogar estaban bien vista, el resto de las mujeres trabajadoras era porque habían tenido alguna desgracia en la vida (muerte o desaparición del marido). Mi madre era sastra y sin el consentimiento de mi padre no podía trabajar y mucho menos crear su empresa.

Así que, aquella impotencia fue creciendo en mí como un volcán, y en cuanto tuve oportunidad participé en Asociaciones de Vecinos, Partidos Políticos de Izquierda- hoy serían considerados de extrema izquierda- y donde encontré mi identidad fue en la U.D.M. (Unión Democrática de la Mujer). Ya en la Universidad, y militando en este partido mis propios compañeros tildaban de lesbianas a todas las feministas, me resultaba desesperante…¿Cómo era posible que los derechos que ellos tenían como personas no los consideraran normales en las mujeres?

En Mi segundo año de carrera (yo, trabajaba, llevaba la casa, estudiaba y estaba embarazada), mi marido tuvo un accidente de automóvil.

¿Sabes el impacto que puede causar que la familia de tu pareja llegue a tu casa supuestamente para visitar al enfermo y que te digan…?... bueno has tenido suerte porque si le llega a pasar algo grave, el niño pasaría a la custodia de mi padre (abuelo paterno)? En ese momento no dije nada… pero pensé: cómo que te crees tú que yo me iba a quedar aquí para daros a mi hijo.

Cuando me separé, todos los juicios que yo interpuse para reclamar la manutención de los menores fueron enfocados a quitarme la guardia y custodia de mis hijos o a demostrar que yo era capaz de darles un techo, vestido y alimentos ¿Y el padre, y la subsistencia de mis hijos con un padre que no quería pagar para castigarme por mi decisión?...

En fin, ser mujer en mi generación era algo así como ser Juana de Arco y no te cuento no estar normalizada (casada, ama de casa y conformista) nada más lejos del empuje de mi proyecto vital y de mi alma.

Como madre he experimentado dos etapas diferentes: con mis dos primeros hijos he vivido enjuiciada por mi entorno, tanto por mi familia de origen, como por mi familia nuclear y después por la justicia. En la segunda y con mi tercer hijo he vivido como la protagonista siendo consciente del papel, de lo que he aprendido y lo que me queda por aprender. Y creo que mis hijos han sido el motor principal de mi vida.

Puedo decir, que mi rol lo he ido aprendiendo de los otros: de mis padres, de mis parejas, de mis hijos, de mi ambiente social…

P. ¿Qué experiencias de tu vida destacarías como más importantes que hayan supuesto un cambio en tu persona?

R. Como ya he comentado, desde mi adolescencia todo en mi vida es un continuo cambio, ten en cuenta que todos mis objetivos se han visto modificados por la interacción con los demás y con las necesidades imperiosas que tenía que afrontar en cada momento. Si a eso le sumas que la etapa política y social en que se produce esta adolescencia es la muerte de Franco, creo que mis cambios tienen mucho que ver con los de la sociedad donde estaba inmersa. Por eso, tengo la sensación de haberme subido a todos los trenes, y luego de haberme bajado de cada uno de ellos.

En estos momentos de mi madurez, por fin, es cuando creo que estoy más en mi y mis decisiones –en lo que concierne a mis proyectos – creo que por fin, voy a poder cumplirlos.

Escoger alguna experiencia concreta me resulta difícil, tengo una vida muy intensa y bueno…, pues elegiría dos: la de marcharme de casa sin papeles para el matrimonio y la decisión de estudiar a mi edad la carrera que me gusta.

P. ¿Qué han supuesto estas experiencias vitales en tu desarrollo personal?

R. Han supuesto enfrentarme a mi propia realidad. En la primera experiencia, pienso que aunque a ciegas seguí el patrón de mi educación familiar: ser libre y responsable de mis actos. Así que cuando les planteé a mis padres esta forma de salir de casa les produje un dolor intenso, y fui lo más sincera posible conmigo misma y lo aprendido hasta entonces. En ese momento comprendí que una cosa era la utopía, y otra como es la realidad. Yo había interpretado que mis padres entenderían mi decisión y ellos se dolieron porque pensaron que yo iba a ser un modelo para su entorno a pesar de mi educación liberal.

Luego tuve que asumir que ni la sociedad ni yo estábamos preparadas para lo que pasó. Me separé y cuando quise reclamar los derechos de mis hijos (aunque la ley ya había cambiado) seguían siendo “hijos fuera del matrimonio” y los seis jueces que me tocaron en suerte, menos la última, me trataron como una prostituta. Así es como te das cuenta de que una cosa es el pensamiento, y otra las instituciones y quienes las dirigen – y que no siempre están en consonancia -. Porque, por entonces, no existía ni siquiera un juzgado de familia, y mis hijos y yo pasamos un calvario junto a delincuentes, prostitutas y otros personajes del hampa de Madrid.

P. ¿Qué acontecimiento externo piensas que ha podido influir más en que se haya producido un significativo cambio para ti en tu desarrollo vital?

R. Quizá el más significativo haya sido cuando cursé COU y tuve que elegir la carrera. Como mis padres no tenían dinero para pagármela, y yo tenía que trabajar, la única que pude elegir menos discorde a mis apetencias fue Sociología, que como además tenía hasta tercero gran parte de asignaturas comunes con Políticas me permitió hacer las dos. En aquél entonces costaba la matrícula en la U.C.M. unas 60.000 ptas. Y yo ganaba 5.000 al mes. Además estaban quitando el nocturno de todas las Universidades y esta era la que iba la última, así que me iba pisando los talones: cuando finalicé primero quitaron el nocturno, en segundo era el último año de segundo nocturno….Todo esto, me hacía sentir muy presionada.

P. ¿Has alcanzado todos los objetivos profesionales que te marcaste?

R. No he podido alcanzar ninguno: no puede ejercer Sociología, ya que por entonces el único campo de investigación en Madrid, era trabajar para el CESIC y solamente actuábamos como meros instrumentos de la estadística. Además, como tuve dos hijos seguiditos, deje de trabajar y cuando me reincorporé, el mundo de la informática había invadido las empresas, con lo que mis cursos de taquimecanógrafa, etc., terminaron en la basura. Así que me formé como Analista Financiero y 26 años después… Me matriculé en lo que me gustaba espero acabar en un año, año y medio, la carrera de Psicología.

P. ¿Te queda algún objetivo por cumplir?

R. Sí, me quedan todos los nuevos por cumplir: tener mi propio gabinete, seguir estudiando y formándome…

P. ¿Por qué la necesidad de estudiar? ¿Es una preocupación que te persigue o… Se trata de otra cosa?
R. Si, es algo que me persigue, busco amoldarme a los tiempos que corren, necesito una continua renovación, busco ser más flexible, más polifacética y más capaz de afrontar este momento en el que se tiende a la globalización y a la multiculturalidad.

P. ¿Ha habido otros acontecimientos también importantes en tu vida?

R. Muchos: mis amores, las enfermedades de mis hijos, la marcha de casa de los dos mayores, mis desamores, mis trabajos y la muerte de mi padre.

Creo que ha habido muchos momentos, pero uno de los más significativos como parte de lo que soy hoy, pudo ser la decisión de irme a vivir con mi pareja cuando tenía 19 años. Actualmente, esto no tiene mucha importancia, se ve como algo natural; pero hace 29 años suponía una trasgresión a las normas de la época. Supuso además un rechazo familiar, mis padres no tuvieron contacto conmigo hasta saber que yo estaba embarazada y que mi decisión de irme de casa en” concubinato” no obedecía a estar embarazada, sino a una decisión razonada de cómo quería vivir mi vida.

Vivíamos en plena transición política, estaban emergiendo los movimientos feministas y destacar era un signo de rebeldía, y una vergüenza, en especial como mujer, no estar casada, y mucho peor tener hijos sin este contrato. Recientemente se acababa de otorgar la mayoría de edad a los 18 años, (antes estaba en 21), y aún así los hijos nacidos fuera del matrimonio de las menores de 21 en caso de la desaparición o muerte del padre pasaban a la custodia del abuelo de más edad.

Por otro lado la incorporación a la mujer a la Universidad era muy pequeña, y la mayor parte de ellas cuando tenían hijos abandonaban su proyecto personal para dedicarse a la familia.

Así que yo llevaba todas las papeletas para ser una “rara”: pertenecía a un partido feminista, participaba en cooperación con los partidos de la oposición del momento, trabajaba, estudiaba….Yo sentía que sólo en un papel “no me desvié”: cuando nació mi primer hijo yo dejé de trabajar…

De todas manera, lo más importante para mi ha sido mi decisión de tener hijos.

P. ¿En qué sentido estos momentos han sido importantes para ti?

R. Todos ellos han provocado crisis y cambios en mi forma de vida y de sentir.

P. ¿Qué han supuesto para ti como persona?

R. A pesar de los tambaleos, han supuesto crecimiento, fortalecimiento y sobre todo aceptar que nada es para siempre, y casi nada alcanzable. Quizá tenía unas metas muy altas y exigentes. Ahora estoy más tranquila y saboreo mejor lo que consigo. Me siento más madura.

P. ¿Cómo sabes lo que está bien o lo que está mal?

R. No lo sé, y sé que no lo sabré. Lo que procuro es no hacer daño de manera consciente a nadie. En estos momentos estoy aprendiendo a hacerme menos daño a mi misma y a cuidarme un poco más. Creo que estoy en el buen camino.

P. ¿Cómo has llegado a tener las creencias más importantes en tu vida? ¿Las has interiorizado tú solo/a? ¿Dónde las aprendiste?

R. Creo que las he aprendido a través de la experiencia, y por tanto aunque las haya interiorizado no ha sido sola, sino que se ha producido a través de la interacción con los demás, y básicamente como todos, a través de mis padres, mis hermanas, la formación, el trabajo, mis hijos, mis amigos….

P. ¿Cuáles son tus temores? ¿Cómo los vives?

R. Mi mayor miedo es mi propia cobardía, mi indefensión y lo agotador de la posición de lucha que he tenido en la vida. Ahora pretendo cambiarla y tengo miedo a este posicionamiento, a este nuevo reto.

P. ¿Estás satisfecho con tu vida?

R. Sinceramente, no. Soy todavía muy exigente.

P. ¿Qué te faltaría?

R. Creo que no me falta nada en cuanto a recursos personales, seguramente, cuando finalice mis nuevos estudios, esta nueva situación provocará los cambios que por fin estén en concordancia con mis objetivos vitales y personales.

P. ¿Cuál es ahora tu proyecto vital?

R. Salir de mis duelos: mi separación, la muerte de mi padre, la soledad, etc.

P. ¿Por qué no has conseguido alcanzarlo?

R. Porque son muy recientes y aún estoy muy herida.

P. ¿Hay algún acontecimiento que haya influido para conseguirlo? ¿O, para no conseguirlo?
R. Siempre hay acontecimientos, que son sólo pretextos y justificaciones para conseguirlo o no.

Entrevista nº 2

P. ¿Cuál es tu… Nombre, edad, sexo, estado civil, estudios, profesión, hijos?

R. F.G.V., 40 años, varón, casado, Ingeniero, Director General en una multinacional, hija en proceso (mi mujer está embarazada).

P. ¿Cómo te definirías como persona?

R. Yo qué sé… son muchas cosas… en fin, me defino como trabajador, honesto, fiel hasta que dejo de serlo… tengo paciencia aunque no lo parezca. Positivo, hedonista, vital. Cascarrabias, criticón.

P. ¿Cómo has llegado a esta definición que acabas de dar?

R. Espontáneamente.

P. ¿Cuál es tu papel en la familia y en la sociedad? ¿Cómo los has aprendido? ¿Quién te los enseñó?

R. Mi papel en la familia es ecuánime con mi pareja. No tengo ningún rol. No sé cómo lo he aprendido… supongo que por lo vivido en mi familia nuclear. Entiendo que es así, no considero que haya aprendido un rol. Mis padres, ambos, me enseñaron a ser así.

Mi papel en la sociedad es ninguno. Bueno, ser un ciudadano más. Este papel me lo han enseñado mi familia, mis profesores, amigos, parejas… todas las personas que han interaccionado durante mi proceso de maduración. Me han enseñado lo que creo que debe y no debe hacerse. Por ejemplo, el rollo de Margarita y Santiago, ese problema de pareja enseña cosas que no debe hacer un marido, comportamientos que no deben producirse: un marido no debe sobreproteger a la mujer, no debe engañar a su mujer, no debe encasillar a su mujer en un rol específico, en este caso, el de madre y el de “Maruja”.

P. ¿En qué consiste tu rol como (mujer/hombre)? ¿Quién te ha enseñado tu rol?

R. No considero que tenga que tener un rol como hombre, sino que debo tenerlo como ser humano. El sexo es superfluo para mí. Esto me lo han enseñado los mismos de la pregunta anterior.

P. Ser hombre, ¿te ha facilitado o dificultado tus objetivos?

R. Sí, me los ha facilitado de forma favorable.

P. ¿Qué experiencias de tu vida destacarías como más importantes que hayan supuesto un cambio en tu persona?

R. Mis estudios. Estudiar ingeniería. Cambios de instituto y de amigos. Elegir mi primer trabajo. Cambios de trabajo. Independización de mis padres. Mi primera pareja y las demás. Conocer a mi última pareja.

De entre todas ellas, destacaría dos como las más importantes, aunque las demás también lo han sido: en primer lugar, la decisión de fundar una familia con mi última pareja porque, en parte desaparece mi persona, y porque hay que asumir nuevas responsabilidades y adaptarme a una convivencia; en segundo lugar, la decisión de asumir responsabilidades sobre personas en una empresa porque implica un planteamiento de trabajo, de responsabilidad, de forma de trabajar, de reto, muy diferente a todo lo hecho anteriormente.

P. ¿Qué han supuesto estas experiencias vitales en tu desarrollo personal?

R. Suponen aprendizaje, madurez, nuevo sentido de la responsabilidad, sentido del destino.

P. ¿Has alcanzado todos los objetivos vitales que te marcaste? ¿Queda alguno por cumplir? ¿De qué tipo?

R. No los he alcanzado todavía, pero soy feliz. Me quedan unos cuantos. Me quedan por cumplir objetivos materiales y personales. En lo referente a los personales: ser un padre de familia, la educación de los hijos, ser menos independiente, ser menos materialista, ser más sociable, ser más compasivo, ser más paciente. Pero soy feliz.

P. ¿Ha habido momentos que te hayan marcado significativamente en tu vida?

R. Sí. La muerte de mi abuelo.

P. ¿En qué sentido han sido importantes?

R. Porque era una persona a la que estaba muy apegado y aprendía mucho de él.

P. ¿Qué han supuesto para ti como persona?

R. Ha supuesto pena y un vacío, y dejar de tener ese punto de referencia.
P. ¿Cómo sabes lo que está bien o lo que está mal? ¿Cómo has llegado a tener las creencias más importantes en tu vida? ¿Las has interiorizado tú solo/a? ¿Dónde las aprendiste?

R. Por la escala de valores social, la escala de valores católica, y la escala de valores que me han dado todas aquellas personas que he considerado que me podían enseñar algo, que han tenido mi confianza para considerar que podía aprender de ellas.

P. ¿Cuáles son tus temores? ¿Cómo los vives?

R. La soledad, la pobreza, la muerte de los seres queridos, que se olviden de mí, el no hacer nada importante en este mundo. Me condicionan la vida para ser más cauto, pero no son una obsesión porque creo que aún a pesar de que todos estos miedos se cumplieran, saldría adelante y sobreviviría.

P. ¿Estás satisfecho con tu vida?

R. Sí, al 80%.

P. ¿Cuál es tu proyecto vital?

R. Ser feliz.

P. ¿Has conseguido alcanzarlo?

R. Sí

P. ¿Hay algún acontecimiento que haya influido para conseguirlo? ¿O para no conseguirlo?

No hay uno solo sino que son muchos, continuamente se producen esos acontecimientos.

Análisis de las entrevistas

* Entrevista nº 1: L.F.C.. Podemos interpretar que esta mujer, en un principio, de sus experiencias vitales ha tenido que reconducir sus ideales y objetivos en función de razones y valores sociales más en “el mí” que nos indica Mead (1934) que en su “yo”, y que ahora, en su madurez se empieza a ver a sí misma objetivando su experiencia.

En esta experiencia nos apunta cómo ha tenido que ir adaptándose a los avances tecnológicos del ámbito social y económico al que se ha ido incorporando en las sucesivas interrupciones que se han producido en su vida laboral; consiguiendo no aislarse de los cambios de trabajo y de roles personales en los que ha sido partícipe; ella misma afirma que en la pregunta 9 que sus conocimientos anteriores se fueron a la basura, teniendo que conformar una nueva identidad perteneciente a la lógica informática evitando llegar a ser lo que Simmel (1989) define como personalidad blassé.

La condición de la subjetivización que ha adquirido L.F.C. de la vida social, es (como ella índica implícitamente) una posibilidad para crear tantas formas de vida como sean posibles, y su forma de vida se ha tenido que ir conformando de acuerdo a los acontecimientos, no sólo los que ella quería provocar sino, y fundamentalmente, a los que la empujan; esta es la impronta de su tecnología del yo, aludiendo a Foucault, siente que estuvo sirviendo al poder y siendo una especie de sicario de la autoridad.

Porque, en la profesionalización obligada que ella ha tenido, se ha sometido a un proceso de adquisición de conocimientos medidos y mediados mediante los enjuiciamientos, pruebas y exámenes, poniendo en constante reto su carácter combativo proveniente de la subjetividad feminista o “sujeto del deseo”. Y al mismo tiempo ha ido aceptado deberes que la proveyesen de de una estabilidad individual.

* Entrevista nº 2: F.G.V. Por el contrario, vemos que en su relato no ha tenido como L.F.C. que reconducir sus objetivos vitales, sino que ha ido construyéndose a sí mismo en función de sus valores y apetencias, al menos a primera vista. Podemos detectar que las tecnologías del yo en F.G.V. hacen referencia a las enseñanzas recibidas, pues en varias ocasiones menciona lo que ha aprendido, lo que puede aprender de los demás, lo que ha dejado de aprender, etc. Parece que sus procesos de subjetivización han tenido lugar por medio del aprendizaje en diferentes sistemas: la escuela, la familia, su entorno social. Y podemos ver cómo ha ido, a partir de éstos, interiorizando dispositivos de normalización de sí mismo: estudiar, elegir un trabajo, elegir una pareja definitiva, formar una familia, educar a sus hijos.

Aunque pareciera que se ha constituido al margen de los procesos culturales, podemos ver que no es así, pues su desarrollo responde a un ciclo vital individual que podríamos denominar “normativo” en base a lo que es considerado lógico en la sociedad actual occidental y moderna.


Análisis cruzado de ambas entrevistas:

Podemos observar que ambos sujetos han construido su yo desde tecnologías básicamente distintas, primero como personas, después como sexos diferentes, siguiendo por entornos sociales y económicos diferentes.

Esto hace de L.F.C. una persona cuya tecnología está fundamentada en el sobre esfuerzo para conseguir un lugar propio y merecido; siendo representativa de la resistencia y el arte de vivir a que hace referencia el artículo de García Canal. Observamos que frente a F.G.V., ella no hace mención a la felicidad como objetivo último sino a un continúo construirse en función de los demás (primero familia nuclear, después sus parejas e hijos y por último ella).

L.F.C., como vemos a través de su narrativa no llega a definirse. Podemos interpretar que sigue en su búsqueda. Mientras que de F.G.V., podemos concluir que tiene mucha parte del camino recorrido ya que sus derechos están reconocidos sin cuestionamientos. No hay, en su yo, luchas sino un devenir, una elección de vida que no ha sido desviada por agentes externos a su propio yo. Como queda explícito en el discurso de ambos: F.G.V. es conciso y práctico, sus contenidos son fluidos y directos y los de L.F.C. son densos, detallistas, con un discurso emocional más amplio, que si tuviéramos que representarlos gráficamente, uno sería lineal ascendente y la otra estaría llena de altibajos. En F.G.V., vemos cómo su construcción mental ingenieril se delata en algunas de sus respuestas, como por ejemplo, cuando responde de forma cuantitativa a la pregunta abierta: ¿estás satisfecho con tu vida?

Así, la subjetividad de ambos ha sido el resultado del devenir de los acontecimientos que les han posibilitado a los dos su manera de pensar, de expresarse y de actuar, y cada uno a través de una tecnología del yo diferente.

Estas tecnologías de sí mismos les han posibilitado a una hermenéutica sobre sus propias prácticas, permitiéndoles una reflexión sobre su actuación y la modificación de su comportamiento: L.F.C., de forma continuada, reflexiona y modifica, dando significado a su experiencia y produciendo significados. La relación consigo misma constituirá la base de las tecnologías de su yo. Y, las tecnologías del yo le permiten a F.G.V. realizar, por su cuenta y con la ayuda de su entorno, a través de ciertas operaciones en su “sí”, la transformación con el fin de alcanzar un estado de felicidad, que es su objetivo vital principal.

 

Bibliografía

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http://www.actaodontologica.com/40_2_2002/ser_humano_marco_modelo_clinico.asp
http://www.tdx.cbuc.es/TESIS_UAB/AVAILABLE/TDX-1128102-175916//gva2de2.pdf


 

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